Tercera entrega
de esta sección “que miedo”. Lo primero, quiero recordaros que estás historias
son reales. Es una forma de que comprendáis mis libros conociendo las
experiencias que me marcaron en mi vida. La complejidad de mis personajes
femeninos es dada por la influencia de una mujer de mi juventud. Con sólo
dieciocho años conseguí salir con una chica despampanante. No os miento, lo
juro. Aunque parezca imposible y la gente nos mirará sorprendida por la calle
intentando discernir que hacía esa chica conmigo. Lo que ellos no sabían era el
problema de personalidad que la pobre tenía. Según ella, estaba poseída por
tres almas: la primera era la suya, solía tener el control, después aparecía la
de una princesa y por último la de un vampiro. Yo convivía con la tres; creo
que la razón puede ser que tras mis experiencias anteriores había aprendido a
vivir con lo inesperado. Aunque no sólo ella me arrastraba a este caos, su mejor amiga un día me llamó por teléfono
amenazándome con hacerme la vida imposible. Según ella, yo sacaba a la “vampiro”
que tenía dentro mi novia y estaba asesinando a la princesa que era dulce y
tierna. Yo, no me puse nervioso, al contrario, intente explicarla que aquello
no era culpa mía. Por muy loca que este la gente nunca te hagas enemigo de la
mejor amiga de tu novia, es un gran error.
Tres meses
después surgió el vampiro que habitaba en su mente y una noche en la cama sacó
un cuchillo. Yo estoy abierto a diferentes “experiencias” no me considero un
purista, pero me cortó en el brazo para intentar beber mi sangre. Conseguí
librarme de aquella extraña situación dándole la vuelta como pude. Desde ese
día ya no fue lo mismo, eso de estar con una mujer e intentar que no te raje
con un cuchillo pone un poco nervioso a cualquiera. Fueron seis meses en que
las tres “almas” entraban y salían sin parar. Lo más extraño fue, que ella es
la que rompió nuestra relación. Más tarde descubrí que había tirado todas las
cosas que la regalé, porque según ella yo entraba en forma de espíritu en su
casa y la violaba. Luego se acostó con
un chico sólo para que me pegara una paliza, acabamos tomándonos cervezas como
si fuéramos los mejores amigos, y es que no hay nada como una mujer con tres
personalidades para unir.
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