Retir, el jefe de información del Señor de los Shinigamis empieza a mover en el tablero.
Disfrutad de esta nueva entrega.
EL BRAZALETE
Retir
estaba en la oficina central de inteligencia, enfrente de él, tenía los
informes sobre el ejército que se estaba congregando alrededor de una de las
puertas del mundo de los shinigamis, aunque apenas les prestaba atención. Una y
otra vez se tocaba la chaqueta del traje, nervioso, buscando el contacto con
una botella pequeña que hacía pocas horas le había entregado en su casa Haita.
Ésta le había ido a visitar para saber su decisión sobre la proposición del
Señor de los Cuatro Elementos. Él aceptó, no tenía más remedio. El señor de los
Shinigamis había perdido de vista el objetivo primordial de su raza. La
neutralidad en los conflictos ajenos a su propia especie. Éste quería reinar
por encima de todos. Había perdido la objetividad y eso hacía vulnerable el
equilibrio, aunque él no era tonto. Él sabía que el Señor de los Cuatro
Elementos estaba usándole para asesinar al Señor de los Shinigamis. Por eso no
se fiaba del elixir que le habían dado como recompensa de algo que todavía no
había hecho. Debía probarla en alguien
primero. Se levantó de su silla y se quitó con la mano las arrugas que se había
producido en el pantalón. Salió por la puerta y se encontró a varios shinigamis
ocupados en sus tareas cotidianas. Todos se pararon y se cuadraron cuando él
pasó por su lado. Hacía dos días ya, que
se había repuesto de su última misión, pero había mandado construir algo a su
hermano, el herrero Hostel y ya le habían informado de que estaba acabado.
Hacia allí se dirigió impaciente. Después de leer el informe sobre Amelia,
había llegado a la conclusión de que era muy peligroso atacarla, pudiendo ella utilizar sus nuevos poderes; claro está, si era
verdad que había conseguido obtener los dones del fuego del primero de los
shinigamis. Él podría morir intentado secuestrarla. Aparte, si quería que funcionara su plan, ninguno de su grupo debía
enterarse que él la había raptado. Por fin, después de muchos kilómetros, vio
la puerta en forma de herradura, que daba paso a la casa de uno de los genios
más importantes de su raza. Traspasó el umbral y una niña shinigami de cinco años se tropezó con él. Se agachó y
la incorporó del suelo.
─ ¿Estás bien
Daina?
─Hola tío.
Estamos jugando al escondite.
Un niño, de unos doce años,
también transformado en shinigami los
interrumpió.
─No juego más
contigo Daina. Se llama escondite porque te tienes que esconder.
─Bueno Sabic,
tu hermana es muy pequeña ─dijo una mujer detrás de ellos.
─Buenas
tardes Retir. ¿Qué tal estás? ─saludó al ver al recién llegado
─Muy bien
cuñada. ¿Y tú? ¿Qué tal?
─Bien,
gracias. Si buscas a tu hermano está en la herrería como siempre ─esto último
lo dijo cambiando el tono y Albert no pudo más que darse cuenta. Se despidió de
los niños y se dirigió a buscar a Hostel.
Una casa anexa era el lugar
de trabajo de su hermano. Ya desde fuera se podían oír los martillazos sobre el
metal y el humo que salía de las chimeneas. A cualquier extraño no le quedaría
duda de que lugar era ese. Retir entró por la puerta y un fuerte olor a quemado
le vino a la nariz. Varios espíritus Solum pasaron al lado de él cargando leña.
Estos eran del mismo tamaño que un enano, iban vestidos con una camisa gris y
pantalones azules. Eran perfectos para trabajos manuales y su fuerza no se
correspondía en absoluto a su tamaño. Uno de ellos casi tropieza con Retir.
─Tienes que tener
más cuidado hermano. Los Solum no son muy amigables que digamos ─una figura salió de
detrás de unas tinajas de hierro y se acercó a él con los brazos abiertos.
─Entonces tú
te pareces mucho Hostel.
Retir dio un abrazo a su
hermano y los dos se quedaron mirándose fijamente, uno enfrente del otro.
─Es raro
verte en forma humana y no en tu forma de shinigami.
─Es más
sencillo trabajar con estás manos que no con unas garras ─y enseñó sus palmas a
Retir.
─ Me han
comunicado que has acabado mi encargo
─Tú siempre
tan directo. Sí, así es. He estado los últimos cuatro días trabajando sin
descanso. Es apasionante y creo que es una genialidad lo que se me ha ocurrido.
─Tú siempre
tan modesto, pero no deberías de entregarte tanto a tu trabajo. He notado un
aire de desdén en el tono de voz de tu mujer. Creo que piensa que pasas poco
tiempo con los niños y con ella.
Hostel suspiró como si
hubiera acabado de tener esa misma conversación hace sólo unos minutos.
─Cuando ella
se casó conmigo ya sabía mi forma de ser. Ahora dejemos el tema. Tú no has
venido aquí para hablar de mis problemas maritales. Sígueme ─y Hostel se puso a
andar seguido por su hermano. Pasaron a la habitación contigua. En ésta, el
calor era más intenso, producido por los fuegos que había a cada lado de la
misma.
Varios solum trabajaban en ellos avivándolos y otros
llevaban carretillas llenas de minerales. Salieron de la forja y entraron en un
pequeña estancia llena de planos colgados en las paredes.
─Ahí lo
tienes ─señaló a un pequeño brazalete que había encima de la mesa─. Es mi
mejor obra sin duda alguna.
Retir acercó su mano y la
cogió con cuidado, tenía forma de serpiente y un color plateado.
─Bonita,
¿verdad? El acabado es una aleación propia. Es la unificación de más de 20
minerales. Es irrompible. Tarde más de diez años en llegar a la formula ─Retir
admiraba su rara belleza y no podía más que elogiar al gran orfebre que era su
hermano─. Tiene el poder de contrarrestar los poderes del Ki, sean cuales sean.
─Es una
maravilla hermano ─Retir sonrió a Hostel─.
¿Cómo se puede inutilizar?
Hostel se hizo el ofendido.
─No hay
manera. Él que se lo ponga no podrá quitárselo jamás hasta que muera.
─ ¿A no ser
qué? ─le interrumpió Retir
Hostel se sentó en una
silla y se quedó unos instantes sin hablar. Al final se rindió y empezó a darle
una explicación de cómo funcionaba el mecanismo del brazalete.
─Odio que me
conozcas tanto. Está bien. Es básicamente un anulador de energía. Lo que hace
es coger el Ki del portador y contrarrestarla con la otra mitad anulando los
poderes. Lo normal es que el que lo lleve intente romperlo por la fuerza. Así
nunca podrá liberarse, pero si consigue bajar su energía un cero por ciento
aunque sea durante un segundo mi invento lo contrarrestara. Cero por cero y el
brazalete se abrirá.
Retir escuchó maravillado.
Era sin duda una pieza de arte y una genialidad, aunque una duda le invadió.
─ ¿Entonces
será liberado cuando el portador se duerma?
─No, todos
los seres emiten energía incluso dormidos. Tiene que ser alguien muy sutil en
el control del Ki para que mi invento
deje de funcionar. Y ahora me toca a mí preguntar. ¿Para quién es la
maravillosa joya que te he construido?
Retir decidió contarle todo
lo referente al secuestro de Amelia, pero se cuidó mucho en decirle algo sobre
su trato con el Señor de los Cuatros Elementos. Hostel se quedó pensativo
asimilando lo que su hermano le había dicho.
─Ya sabía lo
de la rebelión de Jawet .Ese mísero viejo quiere tomar el trono aludiendo que
lleva sangre del primer shinigami y ha reunido un ejército en una de las
puertas de entrada que llevan a nuestro mundo, sin embargo lo de la chica que
me cuentas es algo asombroso.
Retir sabía de la lealtad
de su hermano, la misma que antes también procesaba hacia su señor, así que con
tacto intentó que Hostel abandonara el lugar con su familia.
─Deberías
trasladarte por unos días a las montañas con tu mujer e hijos. Sólo por la
seguridad de ellos.
─No digas
tonterías. Esos inútiles no tienen nada que hacer contra el general Kalmin,
jefe de nuestras tropas. Es un gran estratega y amigo además ─replicó con
soberbia y lleno de confianza.
─Bueno, lo de
estratega tengo mis dudas. No niego que sea un buen soldado. Leal y de
confianza, aunque darle el mando creo
que es un error. Es demasiado orgulloso y la verdad que muy poco ingenioso.
─De todos
modos nuestra familia permanecerá aquí para apoyar en lo que sea necesario a
las tropas.
La paciencia de Retir se
estaba acabando, aunque lo intentó de nuevo.
─No seas
tozudo, tienes también un deber hacia tu familia.
─He dicho que
no nos moveremos ─dijo con rotundidad.
Retir no pudo más, se
transformó en shinigami y cogió el cuello de su hermano con una de sus garras.
─Escúchame
atentamente y haz caso a tu gemelo por una vez.
Hostel estaba a unos centímetros del suelo y no podía
respirar.
─ Quiero que
te vayas y te pongas a salvo. Soy el Jefe de información y sé más de lo que te
he dicho. Es muy posible que las tropas enemigas pasen y tu casa está en el
camino del palacio.
Retir soltó el cuello de su
hermano y Hostel empezó a toser. Luego miró a su hermano y vio una cara que
nunca había visto antes, una cara tan seria que daba miedo. Intentado respirar en el suelo, movió la
cabeza de arriba abajo dándole a entender que lo había comprendido. Retir giró
sobre sus pasos y se dirigió hacia la salida ya trasformado en humano.
─Debo partir
ya. Haz lo que te he dicho. Nos veremos cuando todo esto haya pasado, gracias
por el brazalete.
Hostel vio cómo su hermano
salía del edificio, y aunque le respetaba y quería, pensó que estaba
exagerando. Además, él vivía cerca de la puerta sur y Jawet entraría por el
norte. Él tenía un deber más fuerte con su raza. Tenía que estar ahí por si su señor le requería.
Retir no vio a los niños ni
a la mujer de su hermano. Estaba anocheciendo y seguro que ella los estaba
acostando. Le hubiese gustado despedirse de ellos.
Ya lejos de la casa sacó de
uno de sus bolsillos un talismán con la cara de un shinigami. Era un pase
especial para viajar de su mundo al mundo de los humanos. Sólo la élite los
tenía, sino estabas obligado a pasar por una de las puertas que comunicaban un
lado con otro. Concentró su Ki y
desapareció resurgiendo en el jardín de la casa de Jawet. Se transformó y
surgió una caja de música en su mano. Una débil tonada sonó, y de la nada
apareció un lagarto verde y pequeño.
─Vamos Set,
es hora de trabajar.
El animal se lanzó al
cuerpo de Retir y se introdujo en su interior al instante, se mimetizó con el
entorno haciéndose invisible a los ojos de los demás. A la vez, también redujo
su emisión de energía al mínimo lo que le
hacía indetectable para casi todos los seres. Los movimientos de Retir
eran gráciles como los de una bailarina para no hacer ningún ruido cuando
pisaba el césped. A lo lejos divisó a dos personas hablando.
─ ¿Qué ha pasado Jantaro? ─le preguntó Gatira
preocupada.
Éste se dio la vuelta y la
miró con recelo durante unos segundos, pero al momento cambió su expresión.
Ella no tiene la culpa, pensó.
─Estoy bien.
Es sólo que Amelia y yo hemos tenido una pequeña pelea.
─No será tan
pequeña cuando estás aquí solo lamentándote ─le replicó ella─. ¿Y cuál fue la
causa?
Él miro al
suelo avergonzado y Gatira al instante cayó en la cuenta.
─Yo he sido
la causa ─El muchacho no se movió ni un ápice de su posición─. Lo siento.
─La culpa no
es tuya. Son esos estúpidos celos que ella tiene─ dijo con autoridad.
─No debes
culparla, ella está asustada. No ves todo lo que está pasando a nuestro
alrededor. Tiene miedo de perderte y eso es justamente lo que alimenta sus celos, pero tú no tienes por qué
preocuparte. Mañana verás las cosas de otra manera y todo se arreglará. Le
regaló una sonrisa y Jantaro se lo agradeció devolviéndosela. Retir pasó a su
lado.
Problemas de pareja.
Esto es suerte. Dos menos por los que no me tengo que preocupar.
Se alejó de ellos mientras
seguían hablando y sus voces se apagaban en la noche. Se paró en seco frente a
las puertas de la mansión.
Una trampa viejo zorro.
Los marcos emiten unos rayos invisibles menos para mis ojos. Ya he esquivado
unas cuantas que has puesto alrededor. Si me dejo tocar por esos rayos
descubrirán que soy un intruso y darán la voz de alarma.
Agitando sus alas se
impulsó hacia arriba y con mucho cuidado se encaramó a una de las ventanas de
la primera planta y se paró en alfeizar.
Muy hábil, dejas la
ventana sin protección y además abierta. Me apuesto a que hay un regaló en el suelo. Asomó la cabeza y miró hacia
abajo. Bingo, ¿no lo decía yo? Pegó un pequeño saltito y eludió la
trampa con gran facilidad. Estaba en el
primer piso.
Según la información del
servicio de inteligencia, ella duerme en la segunda planta, habitación quinta
empezando a contar por la derecha.
Salió del cuarto y llegó a la escalera, en ella un espíritu de Jawet hacía
guardia. Era un lobo gigantesco que cuidaba las habitaciones superiores. Retir
suspiró, todavía no le había detectado. Concentró su Ki del Alma y eliminó
cualquier olor que pudiera emitir. El animal descansaba atento, pero no pudo
percibir al shinigami que cruzó a su lado tan lentamente y cauto que no produjo
ningún sonido. Comenzó a contar y en la quinta puerta se paró.
Aquí es. Según mi
información no hay margen para el error.
Movió el picaporte con
extrema cautela y la puerta se abrió. Una pequeña abertura se creó, lo
suficientemente grande para que Retir pudiera introducir su boca y concentrándose
expulsar un gas amarillo que se propagó rápidamente por todo el cuarto.
Tres, dos, uno. Ya debe
estar dormida
Traspasó el umbral del
cuarto y vio a dos mujeres. Una joven en
la cama y otra más mayor sentada en un sofá.
La de la cama es Amelia
y la otra según mi información es su madre. Bien niñita, es tu turno.
Se acercó a Amelia y cogió su
brazo poniéndole el brazalete. La cabeza de la serpiente de éste cobró vida y
se mordió su propia cola.
Ya eres mía. Salgamos de
aquí.
La cogió en brazos y desaparecieron
del dormitorio resurgiendo en el jardín donde antes había aparecido. Tomó su talismán para entrar
en el mundo shinigami y concentrándose partieron hacia él.
……………
Amelia se despertó con un
gran dolor de cabeza. Cuando intentó moverse vio que tenía las manos y los pies
maniatados a una silla.
─Es inútil
que te muevas, esos nudos no se pueden romper con la fuerza.
─¿Quién eres
tú? ¿Dónde estoy?─gritó asustada y desconcertada.
─Yo soy
Retir, estás en una celda dentro del castillo del Señor de los Shinigamis.
Bienvenida a mi mundo. Has sido secuestrada.
─
¡Secuestrada! ¿Por quién? ¿Dónde está Jantaro?
─Por favor no
grites. Si quieres salvar a tu novio y tu propia vida deberás escucharme.
Amelia concentró su energía
con todas sus fuerzas, pero ésta no surgía. Se quedó estancada en su propia
fuente. No fluía. Aterrada, aquella situación para ella no tenía sentido.
─No te
esfuerces. Mira tu brazo.
Amelia obedeció y vio un brazalete plateado con forma de
serpiente en su muñeca.
─ ¿Qué es
esto? ─preguntó señalándolo.
─Es un
invento, simplemente anula tus poderes.
Ella volvió a intentar concentrar su Ki y ocurrió lo
mismo que la vez pasada.
─No te esfuerces, es inútil. Hay una forma
de liberarse, aunque se necesita entrenamiento.
─ ¿Cómo? ─preguntó
rápidamente.
─Primero
escúchame con atención y luego te lo diré ─ella se calló al instante y dejó que
Retir continuara─. Has sido raptada por orden del Señor de los Shinigamis. Él
intenta apoderarse de tus poderes y canjear tu vida para controlar a tu novio,
y así a la vez hacer fuerza sobre el Señor de Larimar que es su padre. Eso no
lo vamos a permitir.
Amelia se removió incomoda cuando le oyó.
─Tranquila no
te matará de momento. Para apoderarse de tus poderes deberá aguardar tres días
para la preparación del conjuro. Espero que tú en ese tiempo hayas podido
deshacerte del brazalete y restaurar tus poderes. Yo iré a avisar a Jantaro y
le diré dónde estás. También le ayudaré a rescatarte.
─ ¿Por qué no me liberas ahora mismo? ─Retir la sonrió.
─Porque otro
te secuestraría, tal vez el mismo Señor de los Shinigamis y tus poderes serían
absorbidos por él, y tú y Jantaro seríais asesinados. No, tu única forma de
arreglar esto es confiando en mí.
Amelia pensó durante unos
minutos.
─Está bien.
Lo haremos a tu modo, no tengo elección. Cuando veas a Jantaro, dile que lo
siento. Que fui una tonta con eso de los celos, que le amo y que siento haber
intentado golpearle con la lámpara.
─De acuerdo ─respondió
sorprendido ─. Ahora atiende. Tienes que
escucharme. Para quitarte el brazalete deberás rebajar tu Ki al cero por
ciento. Sólo así podrás liberarte de su poder.
─ ¿Eso es
posible?
─Tú deberás
hacerlo posible si quieres que todo acabe bien para ti y tu amado.
Retir la observó
detenidamente.
─Sólo una
última pregunta. ¿Qué sientes cuando yo menciono al Señor de los Cuatro
Elementos?
─ ¿Quién es
ese?
─Nadie, dijo con alivio.
No parece que sea un
veneno porque ella está viva y, no es una pócima de control mental porque no
sabe quién es el Señor de los Cuatro Elementos. Ha sido una buena idea darla el
elixir mientras estaba dormida, pensó
Retir.
─De acuerdo,
debes conseguir liberarte del poder del brazalete. Eso dará una falsa apariencia
de seguridad al Señor de los Shinigamis pues creerá que tus poderes están
atados. Yo llegaré con tus amigos dentro de unos días para rescatarte. Si todo
sale bien, esto acabará antes de que te des cuenta.
Amelia no confiaba en aquel
ser que le acababa de secuestrar, pero era su única oportunidad de escapar. De
momento le siguió el juego, aunque en el fondo pensaba que ella misma haría
todo lo posible para huir sin tener que depender de nadie.
─Está bien.
Lo haremos a tu manera ─Retir desató a Amelia.
─Volveré a
por ti
Salió por la puerta y ella
se quedó sola en aquella celda gris. Miró el brazalete y se dirigió a una de
las esquinas y empezó a entrenar para huir de allí.
Retir llegó a la sala del
trono.
─ ¿Lo has conseguido? ─preguntó el
Señor de los Shinigamis. Él hizo una reverencia y con aire despreocupado le
contestó.
─Sí mi amo,
la chica está en la celda de la torre y sus poderes están atados como vos
ordenasteis.
Lo cierto es que la idea había sido suya. Le había convencido
para que creyese que lo más práctico era utilizar el invento de su hermano.
El señor de los Shinigamis
no cabía en sí de gozo. Su expresión
pareció durante unos instantes desprender felicidad.
─Excelente.
Ya todo está en su orden natural.
─Si no me necesitáis, estaré preparando la
reunión de más tarde. La guerra se cierne sobre nosotros.
─Sí. Tenemos
que prepararnos, las tropas de Jawet son más numerosas de lo que en un
principio pensábamos, aunque ahora que tenemos a su nieta ya veremos cómo
reacciona ese pobre infeliz.
Retir salió de la sala
mientras todavía escuchaba las risas de éste. Fue a su casa, sacó la botella
que contenía la sangre del elemental y la bebió. No notó nada. Ya vería los
resultados más tarde. Ahora era el momento de ir a por los otros. Buscó el
amuleto, se concentró y desapareció de su despacho.
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