lunes, 25 de marzo de 2013

JANTARO EN EL MUNDO DE LOS SHINIGAMIS CAP. 13



Como cada Lunes, nueva entrega de Jantaro en el mundo de lo Shinigamis. Capítulo 13 y Alasthor se une al grupo salvando a Gatira, mientras Jantaro y Amelia sacan su verdadero potencial de combate.  El próximo jueves subiré el siguiente capítulo aunque sea fiesta.
Sin más preámbulos, disfrutad con la lectura.
 
INVOCARME TENDRÁ SUS CONSECUENCIAS

     ─Aquí es donde finalizará vuestro adiestramiento ─les indicó Jawet mientras señalaba  con la mano una sala sin muebles, amplía, con una altura gigantesca del techo al suelo, que se encontraba en el sótano del palacio.
Jantaro, Amelia, Gatira y Alasthor pasaron a su interior. Los dos muchachos se situaron en el centro de la habitación mientras Gatira se quedaba en una esquina observándolos, de repente Alasthor le tiró algo a Jantaro, éste lo cogió instintivamente y vio que era el bastón de su maestro.
     ─ ¿No me dijiste que lo tenía el Señor de los Shinigamis?
Jawet, sin inmutarse le respondió con autoridad.
     ─Pensamos que era mejor que creyeras que lo tenía él. Así no lo buscarías y podías concentrarte al cien por cien en tu entrenamiento. 
La expresión de Jantaro era de indignación. No podía creer que le hubieran engañado tan fácilmente.
     ─Me mentisteis para utilizarme. Estoy cansado de vosotros, no sé qué hago en esta casa escuchándoos. Sois unos mentirosos, me habéis manipulado.
Jawet le miró como a un niño malcriado al que tuviera que regañar por una rabieta.
    ─ ¿Sabes lo que nos estamos jugando?  ¿Eres consciente de lo peligros que mi hijo y yo estamos pasando por tu culpa? Los demonios nos quieren asesinar, el Señor de los Shinigamis que odia a nuestra familia pretende destruirnos y tú te encaras con nosotros por hacer lo que creíamos  mejor en ese momento.
Jantaro escuchó las palabras de Jawet, no podía creer lo  que estaba escuchando. Alzando la voz le contestó con rotundidad.
     ─ ¡Cínico! Es usted el ser más cínico que he conocido en mi vida. Se atreve a echarme a mí la culpa de lo que está sucediendo, todo esto lo hace por usted y no por un gesto altruista hacia mi persona.
Alasthor vio a donde llevaba toda esta discusión y se decidió a intervenir.
     ─ ¡Padre, Jantaro, basta los dos! Escúchame muchacho, yo estuve de acuerdo con él en el tema del  bastón. Ahora, con tus poderes de shinigami podrás alcanzar altas cotas de poder. No es momento de discutir.
Jantaro escuchó sus palabras y terminó tranquilizándose, pero sin quitarles los ojos de encima a ambos.
Amelia le agarró la mano y la apretó con cariño.
     ─Vamos a entrenar. Mi padre lleva razón; no es el momento de discutir.
Jantaro afirmó con la cabeza y se separó de ella soltando su mano y convirtiéndose en un shinigami.
Alasthor se dispuso a darle las instrucciones de cómo aumentar sus poderes
     ─Ahora no intentes crear tu instrumento de la nada sino que redirige tu energía al bastón mientras creas en tu mente el dibujo de una flauta.
Él se preparó para seguir las directrices que Alasthor le había dado. Poco a poco, el bastón fue cambiando paulatinamente de forma convirtiéndose en una flauta dorada de metal.
     ─Por todos los dioses ¡es preciosa! ─dijo Amelia asombrada.
     ─Vamos a ver si es igual de poderosa ─saltó Jawet con malicia.
Jantaro  hizo caso omiso de las palabras del abuelo. Estaba observando con interés su nuevo instrumento. Le dio la vuelta varias veces para verlo mejor, hasta que al cabo de unos minutos se decidió a tocarlo. Se concentró como solía hacerlo siempre que invocaba a un espíritu de viento, al instante una energía de color verde le cubrió de pies a cabeza, a su lado un torbellino huracanado se fue formando. Todos estaban mirando expectantes cual sería el resultado de su invocación, pero al cabo de unos minutos nada había surgido. La cara de decepción estaba en todos los presentes. Jawet fue el primero que sonrió y soltó una sonora carcajada. Jantaro se sintió decepcionado pero en cierta forma también un poco aliviado, desde  que había invocado a aquel ser en el pueblo de Amelia su temor de que aquella criatura diabólica volviera a surgir  hacía temblar su corazón.
      ─No debes temer nada mi joven amo.
Una voz salió de la nada, todos los presentes se pusieron en guardia observando una y otra vez la habitación, buscando al causante de aquellas palabras, sin hallar al dueño.
     ─Me llamo Geret y soy un espíritu divino…
     ─ ¡Muéstrate! ¡Te lo ordeno! ─gritó Jawet con autoridad interrumpiéndole.
     ─Ya entiendo porque a mi Señor no le gustas. No sabes estar callado cuando otros hablan, debes conocer cuál es tu lugar.
Un rayo salió del vacío golpeándole el trasero al abuelo y tirándolo al suelo. Todos en la sala se asustaron y dieron un paso hacia atrás. Mientras tanto, Jawet aullaba de dolor. Alashtor, viendo como ardía el pantalón de su padre se acercó a ayudarlo.
     ─Como iba diciendo, y ya sin interrupciones, me llamo Geret y soy el hermano del demonio que invocaste en el pasado. Ahora voy a mostrarme, no quiero que te sobresaltes.
Al instante surgió un ser encorvado con la cara llena de arrugas ensangrentadas, vello hirsuto en los lugares más insospechados de su cuerpo, tres cuernos parecidos a los de las cabras y poderosas cuchillas en las manos. Vestía una tela blanca que le cubría parcialmente el cuerpo.
     ─Es el Yuri. El espíritu demonio de mi pueblo ─se apresuró a decir Amelia de inmediato.
Jantaro estaba aterrorizado, su cara cambió de color, sin embargo algo extraño pasaba. Recordaba los ojos de aquel ser y estos que tenía delante no se parecían en nada, eran pacíficos, al contrario que los otros que buscaban sangre en su mirada. Alzó una mano y gritando dijo.
     ─ ¡Parad todos, éste no es el mismo!
Gatira se detuvo en el mismo instante en que sacaba su espada de la funda. Alasthor y Amelia ya se habían transformado en shinigamis.  
     ─ ¿Quiénes eres tú exactamente? ─preguntó Jantaro.
     ─Como ya te he dicho, soy el hermano de Yuri. Mi hermano me habló de ti. La verdad es que está esperando a que vuelvas a perder el control de tus emociones para asesinarte y así ser libre. Él está preso en una dimensión castigado por sus horrendos actos. Yo soy al único al que se le permite viajar allí, fui a visitarle ayer. Estaba muy contento, le diste unas presas muy jugosas para jugar.
Geret recorrió de un lado al otro la habitación reteniendo las caras de los que allí estaban presentes
     ─Un singular grupo es lo que tenemos aquí. Tres shinigamis, uno de ellos mitad humano, y dos inmortales. Creó que me voy a divertir. Si te preguntas cuales son mis poderes viejo, y si pueden ayudarte en tu causa, eso dependerá de mi joven amo ─dijo mirando directamente a  Jawet a los ojos. Éste apartó su mirada de Geret mientras se tocaba instintivamente en la herida infligida por el espíritu.
     ─ ¿Depende de mí? ─preguntó Jantaro.
     ─Sí. Tú eliges cual será mi batalla. Mis poderes son los mismos que los de mi hermano con algunos propios como la invisibilidad que antes viste. Aunque debo advertirte, invocarme tiene sus consecuencias.
Amelia intervino preocupada.
     ─ ¿Qué tipo de consecuencias?
Geret se fijó en ella y vio un fuerte poder latente en su interior. Irradiaba fuego. También observó la unión que había entre ella y Jantaro.
     ─No te preocupes, sólo que es necesario una gran cantidad de energía para invocarme. Sólo debes llamarme, muchacho, si estás en peligro de muerte, pues en tu estado actual  no podrás utilizar tus poderes durante algunas horas. O aumentas tu fuerza o así están las cosas. Ves, ya está disminuyendo nuestra unión. Tú te sientes cansado y a mí me cuesta cada vez más mantenerme aquí­ ─Jantaro asintió con la cabeza jadeando─. Debes de sellarme ya. Creo que para ser nuestra primera vez ha estado bastante bien ─sonrió
Jantaro miró a todos y Alasthor se lo confirmó. Entonces cogió su flauta y se concentró, unas notas salieron del instrumento haciendo desaparecer a Geret.
     ─Adiós joven amo, nos veremos pronto ─se despidió.
Jantaro volvió al instante a su forma humana y se derrumbó en el suelo junto al bastón, que volvió a su forma original. Amelia corrió hacia él y le sujetó el brazo.
     ─ ¿Estás bien?
     ─Sí. Sólo que estoy muy cansado
Entre Amelia y su padre le ayudaron  a apoyarse en una pared.
     ─Ahora descansa muchacho, te lo has ganado ─y mirando a Amelia la dijo─. Es tu turno hija. Es hora de que evoluciones en tu forma de invocar.
Amelia le dio un beso en la mejilla a Jantaro y él le apretó su mano de shinigami con fuerza dándola ánimos. Ella  mirándole todavía con preocupación  se dirigió al centro de la sala.
    ─Debes de concentrar todo tu poder tanto en la llamada de tu instrumento como en la de tu espíritu ─le dijo Alasthor.
Amelia vació su mente y visualizó su Ki como Jantaro le había enseñado. Lo utilizó casi todo, esforzándose mientras una campana aparecía en sus manos. Su cuerpo estaba cubierto en llamas. El resto de los que estaban en la habitación la miraban sorprendidos mientras retrocedían a donde se encontraba el muchacho sentado recuperándose. Amelia tocó el instrumento y tres criaturas surgieron de la nada. La invocación había sido un éxito. El gato, la serpiente y el niño estaban allí plantados, delante de todos. Amelia, exhausta, seguía todavía trasformada y la campana aún estaba en sus manos.
     ─Enhorabuena chica, has conseguido materializarnos a los tres ─sonrió la serpiente.
     ─Ya estaba harto de ser el único que venía a esta realidad, aunque creó que me he chamuscado un poco  el pelo.
     ─Cállate gato quejica. Amelia lo ha hecho muy bien, aunque todavía falta algo, debes de llamar a nuestra forma original, a la unión de nosotros tres, el Haborym ─dijo el niño.
Amelia estaba desconcertada, no le quedaba casi energía aun así se atrevió a preguntar.
     ─ ¿Cómo puedo hacerlo?
La serpiente de nombre Ha se deslizó por el suelo hacía ella. Era marrón y blanca y se paró en seco a los pies de Amelia. Con una voz femenina y muy suave la explicó.
     ─Debes ahora hacer un esfuerzo más. Lo que queremos que hagas es como una doble invocación. Usa el mismo procedimiento  para llamarnos que utilizas siempre, pero recuerda esto, es muy importante que te queden energías para devolvernos al otro plano. Sería peligroso para todos que no pudieras sellarnos después.
Ryn, el niño, se adelantó unos pasos y se agregó a la explicación.
     ─Lo bueno Amelia, es que éste procedimiento solo lo tendrás que hacer una vez.  No será necesario repetirlo, pues la próxima vez que nos invoques nosotros mismos seremos capaces de convertirnos en nuestra forma original a placer.
Gatira, que había estado callada todo el tiempo no pudo más que intervenir.
     ─ ¿No sería mejor que lo intentaras en otra ocasión, Amelia? Si en verdad como dice la serpiente es peligroso para todos, ¿no sería más prudente realizar la doble invocación cuando seas más fuerte?
     ─No tenemos mucho tiempo. Unos demonios nos persiguen y estoy seguro de que el Señor de los Shinigamis trama algo ─dijo Jawet
    ─Esta discusión no nos llevará a ningún lado. ¿Tú qué tal te encuentras hija?, ¿te ves con fuerzas? ─Amelia miró a su padre y sorprendida vio que poco a poco empezaba a quererle. Él se preocupaba por ella y un sentimiento de cercanía empezaba a crecer. Con fuerzas renovadas, ella quería ser útil a los demás y deseaba ante todo proteger a Jantaro y a su madre.
       ─Voy a intentarlo. Creo que puedo.
      ─Creo, creo... Ya estamos con dudas y todavía no has empezado niña ─dijo Bo.
Amelia  sonrió al gato y se acercó  a acariciarlo, éste no hizo ningún ademán de moverse.                                                                                                                                                                                                            
     ─Llevas razón, lo haré.
     ─Así se habla ─dijo mientras  ronroneaba de placer por las caricias de ella. Amelia cerró los ojos y buscó su Ki interior. No podía utilizarlo todo, así que intentó algo, con el riesgo de no saber si le saldría bien o mal. Encerró parte en una esfera y dejó un poco reservado en la otra para devolver a los tres a su realidad. Su cuerpo volvió a  cubrirse de  llamas y agitando la campana, ésta sonó. Al instante Ha, Bo y Rym empezaron a unirse en un solo cuerpo. Un ser gigantesco surgió allí donde antes estaban los tres. Era de color blanco con manchas marrones, de cuatro patas, de la altura de un elefante y con una cola ancha como la de un gran saurio, tenía tres cabezas, la del niño, el gato y por supuesto, la serpiente.
     ─Hemos vuelto hermanos ─dijo Ha.
     ─Estamos en el buen camino. No habrá quien nos paré está vez ─dijo Rym
Bo acercó su cabeza de gato a la altura de Amelia y  le guiño un ojo. Amelia le tocó con suavidad.  Nadie se movía de su sitio, estaban todos sorprendidos y aterrados a la vez de aquella bestia que estaba frente a ellos. 
     ─Debes de deshacer la invocación. Confiamos en ti Amelia ─dijo Ha.
Ella no sabía si lo que había guardado de Ki sería suficiente. Su rostro se cruzó con el de Jantaro y supo al instante que  lo iba a conseguir, por nada del mundo le pondría a él en peligro. Buscó más energía entre recónditos lugares de su alma y la juntó con la que tenía reservada. Unas llamas rojas salieron de su campana cubriendo al Haborym. Éste desapareció de la vista de todos enviándolo a su realidad, Amelia cayó al suelo inconsciente, medio desnuda. Gatira, rápidamente se quitó su capa y la envolvió con ella. Todos respiraron cuando se acercaron a su cuerpo y vieron  que todavía estaba viva. Jantaro estaba a su lado y su cara reflejaba una gran preocupación.
     ─ ¿Amelia me oyes? ¿Estás bien? ─pero no halló respuesta alguna.
     ─Déjala descansar, sólo ha perdido la consciencia por el esfuerzo, no te preocupes pronto se despertará ─dijo Alasthor mientras tocaba el brazo de Jantaro en señal de cariño y comprensión
    De repente un sonido ensordecedor se propagó por toda la habitación.
     ─Viene de fuera ─dijo Gatira.
     ─Han dado la alerta. Alguien ha traspasado las barreras espirituales que pusimos. Alasthor ¡ven conmigo!, los demás quedaos aquí  mientras voy a investigar ­─ordenó Jawet con presteza.
Gatira se temía lo peor, que fuera Vladimir el que estaba atacando.
     ─Voy con vosotros ─dijo sin pensar.
     ─ ¡No! Debéis quedaros todos en esta habitación. Jantaro está muy cansado y Amelia está inconsciente, estaréis a salvo. No es tan fácil entrar en la sala.
Sin esperar respuesta de Gatira, Alasthor ya se había trasportado, siguiéndole unos segundos después su padre.
Cuando se materializaron en el jardín ya estaban transformados en shinigamis y el espectáculo que vieron les sorprendió. Seis demonios luchaban codo con codo contra los sirvientes que también habían vuelto a su forma original. Las llamas que utilizaban los demonios arrasaban los jardines y algunos cuerpos de shinigamis estaban calcinados en el suelo. Alasthor se movió hacia uno de ellos. Éste luchaba con una espada contra el espíritu de un tigre que había sido invocado por uno de los criados. En la  mano de Alasthor surgió su caja de música, y a su lado se materializó un dragón de color rojo, su fuego calcinó hasta los huesos al demonio. Los otros vieron que uno de sus compañeros había caído y se dirigieron en grupo hacia Alasthor, pero una jauría de lobos se interpuso en su camino haciéndoles retroceder. Los demonios estaban rodeados y se defendían con sus armas de las dentelladas de los espíritus animales de Jawet.
Mientras la pelea del exterior llegaba a su apogeo en la habitación, Gatira andaba de derecha a izquierda, inquieta. Mientras tanto, el chico observaba la cara de Amelia mientras dormía. Al fin levantó los ojos y  habló a Gatira.
     ─No haces nada preocupándote, no creo que sea Vladimir.
─Claro que no es ese demonio cobarde. Ya he esperado demasiado tiempo a que se moviese. Vas a morir chico y te aseguro que vas a sufrir.
Enfrente de ellos apareció un demonio negro, de casi dos metros de altura que enseñando sus dientes movió su mano con rapidez. Jantaro se agachó y notó la vibración del aire encima de su cabeza. El demonio se paró unos segundos y rápidamente, el chico miró a Gatira que tenía su espada desenfundada. Había parado el tiempo en el momento preciso en que era atacado. Un sonido seco resonó detrás de él y vio como la pared se empezaba a desplomar,
Gatira volvió agitar su espada para volver a parar el tiempo, pero el ser del inframundo sonreía enfrente de ella.
     ─Estúpida, yo soy un demonio de alto nivel, tus técnicas pueriles no pueden afectarme una segunda vez ─y la dio un manotazo que la mandó contra el suelo. Jantaro cogió su bastón y se lanzó contra él.
 Éste le vio y le volvió a lanzar sus cuchillas, Jantaro se agachó mientras pasaban rozando su cabeza y con la punta de su cayado le golpeó. Ni un milímetro se movió el cuerpo de aquella mole. El demonio cogió el bastón y lo lanzó a un lado, y con él al chico, que recibió un golpe en la cabeza mientras caía. Garot extrañamente no se dirigió hacia el muchacho que estaba al otro lado de la sala magullado. Miró a Gatira que ya se incorporaba con la cara amoratada por el golpe y le clavó las uñas en el corazón. Después las sacó del pecho sangrando y con un gesto rápido de su mano la cortó la cabeza.
     ─ ¡Nooooooo! ─gritó desesperadamente Jantaro mientras el cuerpo sin vida de su amiga caía al suelo. En ese instante Garot comenzó a reírse y alzando la voz dijo.
     ─Vamos Astel, si te estoy oliendo. ¿Crees que no puedo distinguir una de tus ilusiones? ¡Sal y enfréntate a mí!   
Delante de él surgió una neblina que se fue disipando hasta que se pudo distinguir a  Vladimir agarrando a Gatira, que se mantenía en pie a duras penas.
     ─Vamos cobarde, te estoy esperando. Has traicionado las órdenes del Señor del Inframundo. Yo seré su mano castigadora.
Una energía negra se fue acumulando en su cuerpo, era visible y se formó como una capa, rodeándole. Vladimir soltó a Gatira y la miró a los ojos.
     ─Aléjate un poco mi amor. No consentiré que está basura te haga ningún daño ─y separándose de ella cuatro copias iguales aparecieron.
     ─Más estúpidas ilusiones. Te he dicho que puedo olerte.
     ─No eres más que un perro, Garot. Huele esto si puedes.
Detrás del demonio negro surgió Vladimir con su espada. Con toda su fuerza ejecutó un mandoble contra su enemigo, pero éste ni se inmuto. La energía negra que desprendía su cuerpo le protegió y cobró vida formando una lanza que atravesó el cuerpo de Astel que al instante desapareció. Garot ni se molestó en darse la vuelta y lanzó sendas ráfagas de sus cuchillas invisibles a las restantes copias. Una a una, ellas fueron alcanzadas y volatilizadas en el aire. Garot observó la habitación y la encontró vacía. Vladimir había aprovechado la distracción que habían creado  sus clones para huir con Jantaro, Gatira y Amelia. Cuando éste se dio cuenta sonrió y pensó.
Ya está hecho. Es hora de informar al Señor del Inframundo que el plan original ya está en marcha.
Los cuatro aparecieron en el jardín donde todavía la batalla continuaba.
Los espíritus de Arasthol y Jawet se debatían en una lucha frenética contra los dos últimos seres del inframundo que quedaban. Sólo tres criados se mantenían en pie, aunque demasiado débiles para ser de alguna ayuda.
Las fauces de un lobo sujetaban el brazo de uno de los demonios mientras que él, con la extremidad que le quedaba libre intentaba defenderse con llamaradas de fuego. Mientras, el dragón de Alashtor se enroscó en el cuerpo del otro. Los demonios vieron al grupo de cuatro que acababa de surgir y se miraron, se hicieron una señal y desaparecieron de los terrenos de la casa.
Alasthor corrió junto a su padre que ya había vuelto a su estado humano.
     ─ ¿Estás bien padre? ─preguntó con preocupación.
     ─Es solo un arañazo. Menos mal que acudiste a ayudarme cuando ese demonio me atacó por detrás. ¿Y tú?
     ─Yo también me encuentro bien ─y mirando a los recién llegados deshizo su estado de shinigami y se acercó a ellos. Gatira estaba apoyada en Vladimir y Jantaro estaba sentado con la cabeza de Amelia entre sus piernas. Ésta abrió los ojos y vio donde estaban.
     ─ ¿Qué ha ocurrido? ¿Por qué ya no estamos en la sala?
Jantaro sonrío con ganas, desinhibidamente, ya tranquilo porque veía que por fin todos estaban bien.
     ─Mi amor, te has perdido una batalla. Esto cuenta como deserción en tiempos de guerra, en el lugar donde me críe eso se castiga con un beso ─y la abrazó con ternura.  Amelia no entendía nada y sintió los labios de Jantaro en su boca. Durante unos segundos su cuerpo encontró la paz. Todos estaban ya reunidos entornó a Amelia cuando Gatira se adelantó y presentó a Vladimir mientras le señalaba.
     ─Éste es un noble de mi realidad, nos ha salvado de un demonio de color negro que nos atacó en la sala de entrenamiento. Se llama Vladimir.
Alasthor fue el primero que alzó su mano para estrechársela y con palabras sinceras dijo.
     ─Gracias por salvar a mi hija.
Vladimir asintió con la cabeza y Gatira sintió un orgullo desmedido, ya que su amado había hecho lo correcto, incluso enfrentándose a los designios del todopoderoso Señor del Inframundo.
     ─Está claro que el ataque en el jardín fue un plan ideado para separar nuestras fuerzas. Muy calculado, devastador.
Jawet miró los cuerpos sin vida de aquellos que una vez fueron sus criados y otros que estaban siendo llevados al interior de la casa por unos hombres en camilla.
Amelia presurosa intentó incorporarse, cuando Jantaro la detuvo.
     ─ Aun estás muy débil, debes descansar
     ─Déjame Less. Tengo que ver dónde está mi madre.
     ─Esther está bien. Siento su energía en su habitación ─dijo Alasthor con un tono de voz pausado para tranquilizarla. Amelia suspiró de alivio y dejó que Jantaro la cogiera en brazos.
     ─Volvamos a la casa. Allí veremos nuestras opciones, recordad que Garot sigue vivo. No creo que venga ahora, debe de estar lamiéndose sus heridas, pero tened por seguro que regresará ─dijo Vladimir mientras apoyaba la cara magullada de Gatira sobre su pecho. 
     ─Sí, volved al interior. Yo debo ocuparme de todo aquí afuera.
Jawet, seguido de Alasthor fueron derechos a uno de los criados que recogía a los heridos y se pusieron a dar instrucciones. Los demás se dirigieron a la mansión. Dentro, Esther esperaba en su habitación. Estaba muy asustada, pero no se había movido de allí tal y como su antiguo marido le había ordenado. Cuando oyó las voces de estos, salió por la puerta y corrió hacia ellas. Su hija estaba sentada en una silla con la cara pálida y parecía herida, Jantaro la vio rápidamente e intentó explicarle la situación, pero ella llamaba  a su hija sin escucharle.
     ─Estoy bien mamá, solo es cansancio, mañana cuando descanse ya estaré mejor.
Esther miró a los presentes y se encontró con la cara de Vladimir, un joven que nunca había visto antes. Durante unos segundos recorrió sus facciones para luego apartar rápidamente sus ojos de él para volver a los de Amelia.
     ─Luego me explicáis lo que ha ocurrido. Vamos Less, cógela y la llevaremos a su cama.
     ─ ¡Si estoy bien!
     ─No quiero oír ni una queja. Arriba con ella y sígueme.
Jantaro obedeció al instante y sumisamente fue tras ellas por la escalera.
Vladimir y Gatira se quedaron solos. 
     ─ ¿Te encuentras bien? ─preguntó él.
     ─Ahora sí que te tengo a mi lado. Estaba muy asustada y me tenías muy preocupada desde nuestra última conversación en el jardín.
     ─No podía consentir que te hicieran ningún daño. Debes saber que esto no ha hecho más que empezar, ahora Garot regresará con más fuerza.
Se quedó unos instantes en silencio pensando y cogió la mano de Gatira con fuerza, sintiendo su tacto. Cambió su tono de voz y con ansia como el ciego que ve un rayo de luz en su eterna oscuridad la dijo.
     ─ ¡Vámonos! Huyamos tú y yo de todo. Podemos buscar una realidad donde nadie nos encuentre y podamos vivir en paz.
Gatira le escuchó y durante unos segundos se vio libre de ataduras y compromisos. Los dos solos, amándose para siempre, pero no podía olvidar que ella tenía un deber con el señor de Larimar. No podía dejar a Jantaro a su suerte ahora que los peligros se habían multiplicado.
Se acercó a Vladimir y él leyó una negativa en su cara. Sabía que ella no iba a dejar atrás sus obligaciones, pero se estaban adentrado en una situación tan crítica que por un instante lo hubiera abandonado todo. Se serenó, la sonrió como solo él sabía hacerlo y Gatira se lo agradeció de todo corazón.
     ─Si nos vamos a quedar aquí debemos movernos. En este castillo nos van a destruir como a cucarachas. Deberemos ir a otra realidad y reagruparnos.
     ─Eso es imposible, Jawet nos dijo que Jantaro tenía un sello puesto por el Señor de los Shinigamis que le hacía imposible saltar a otra dimensión.
Vladimir no tenía respuesta para eso. Era un dato que desconocía. Él sabía que luchar en este momento era una locura. Jantaro y Amelia estaban muy débiles y  sin un plan efectivo era una muerte segura. Gatira seguiría con su misión pasara lo que pasara y esto podría acabar en desastre. No podía permitirlo. Hacía mucho tiempo que había perdido el control de la situación. Reflexionó con frialdad,  debía ir a paso a paso. Pasaron unos minutos de silencio, Gatira ya iba a decir algo cuando él se le adelantó.
     ─Tenemos que celebrar una reunión con todos. Debemos ir a algún lugar seguro en este mundo donde le sea difícil a Garot y al Señor de los Shinigamis encontrarnos.
Gatira estaba de acuerdo y acercándose a él, sin pensárselo, junto sus labios en un apasionado beso.

……………

Jawet y Alasthor estaban afuera. El abuelo se acercó a uno de sus criados muertos y le dio una patada al cadáver con desprecio. Un sentimiento de repugnancia surgió en su hijo.
     ─ ¿Por qué has hecho eso, padre? Ese shinigami ha muerto defendiéndote.
Él  no se dignó a mirar a su hijo y con una voz autoritaria le respondió.
     ─No me interesan los débiles, ni aquellos que mueren inútilmente en la primera refriega que hay. Tienes que aprender muchas cosas todavía hijo mío. Si quieres algún día regir este mundo conmigo deberás aprender que la compasión es una debilidad. Ya manchaste el honor de la familia una vez, no me avergüences de nuevo poniendo tus sentimientos  por delante de tu deber ─Alasthor bajó la cabeza con sumisión y Jawet continuó hablando─. ­Dejemos eso por ahora. Astel ya se nos ha unido  tal y como pronosticó el Señor de Larimar. Las tropas están esperando mi señal, pronto nos reuniremos con ellos y tomaremos lo que un día se nos robó.
Alasthor siguió a su padre mientras éste, riendo por dentro pensaba en lo cerca que estaba de saborear el poder.
……………

Jantaro había tumbado a Amelia en su cama y ella le miraba a él y a su madre sabiéndose segura rodeada de los que la amaban. El primero en hablar fue Jantaro que les narró a ambas lo ocurrido en la sala de entrenamiento y como Vladimir, que era en verdad medio demonio les había salvado la vida. Les contó  la  historia de ambos, tal y como se lo había confesado Gatira en su habitación. Amelia consternada preguntó:
     ─ ¿Por qué no me lo contaste antes?
     ─Era  un secreto entre Gatira y yo. Estaba desolada después de su encuentro en el Jardín.
     ─Y tú claro, la consolaste ─dijo Amelia dándose la vuelta en la cama y dándole la espalda. Éste se quedó petrificado con la reacción de ella. Durante un momento reino en la sala el silencio y en ese momento Jantaro explotó.
     ─ ¿Eres tonta, o qué?, ¿de verdad piensas lo que dices?
Amelia volvió a mirarle roja de rabia.
     ─A mí no vuelvas a llamarme idiota, ¿entiendes?
     ─Te he llamado tonta y por los dioses que lo eres. Yo estoy enamorado de ti y esos celos son infundados. No has podido  tragar a Gatira desde que llegó.
     ─Eso es mentira. Tú ha sido el que no le ha quitado ojo.
Esther intentó calmar la situación.
     ─Vamos chicos, esta discusión no tiene sentido.
     ─Lleva usted razón, esto no tiene sentido. Dejemos que la princesita descanse, quizá unas horas de sueño den un poco de lucidez a esa cabecita.
Jantaro se encaminaba hacía la puerta cuando recibió un golpe en la espalda con la almohada. Se dio la vuelta y vio a  Amelia que intentaba levantarse llena de furia, su madre la sujetaba como podía.
     ─ ¡Largo estúpido, no quiero verte más!
Jantaro abrió la puerta a toda prisa cuando vio que ella conseguía deshacerse de su madre y agarraba una lámpara que había en la mesilla. Cuando cerró la puerta oyó el golpe producido por ésta al impactar.
Amelia lloraba abrazada a Esther.
     ─Hija, es normal, es tu primer amor, tu primera pelea.
Pero Amelia no la escuchaba y sentía el temor de haberle perdido por sus estúpidos celos. Aunque él se ha comportado como un cerdo, pensó.
Jantaro bajaba la escalera malhumorado cuando se encontró con Alasthor.
     ─Venía a buscarte. Vamos a tener una reunión para decidir nuestro siguiente paso. ¿Qué tal está Amelia?
Jantaro, irónico respondió.
     ─Desde luego que mucho mejor. Es capaz ya de levantarse de la cama por sí misma y creó que la fuerza le está volviendo. Está muy activa.
Alasthor le escuchó en silenció sin entender nada y torciendo la cara le siguió hacia abajo.
En la sala principal estaban Gatira, Vladimir y Jawet. Fue éste último el que se dirigió a él.
     ─Te estábamos esperando chico. Vladimir y yo estamos de acuerdo en que debemos de cambiar de ubicación.
     ─Pero, yo no estoy de acuerdo en  ir junto a un ejército acampado en las puertas del mundo de los shinigamis. Es una forma de agresión que el Señor de los Shinigamis no va a perdonar.
Alasthor habló con convicción
     ─Es el sitio más seguro para Amelia y Jantaro, ya que él no puede ir a otra dimensión. En otra parte estaríamos desprotegidos y a merced de nuestros enemigos.
     ─No lo sé, quizás…
     ─Bueno, si conoces un lugar mejor Vladimir, somos todo oídos ─le interrumpió Jawet. Éste calló y movió la cabeza dando a entender que no.
     ─Jantaro, ¿Tú que piensas? ─Le preguntó Gatira
     ─Está bien si creéis que es lo mejor ─y separándose del grupo se dirigió hacia fuera de la casa.
Gatira le miró extrañada mientras se alejaba y volvió a mirar a Jawet cuando éste habló.
     ─Ya está anocheciendo, partiremos mañana y así dejaremos que los chicos descansen está noche.
Todos estuvieron de acuerdo y cada uno partió a su habitación menos Gatira que fue tras su amigo.

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