jueves, 21 de marzo de 2013

JANTARO EN EL MUNDO DE LOS SHINIGAMIS CAP. 12


Capítulo 12 de “Jantaro en el mundo de los Shinigamis”. Escucha a tus sentidos y siente la conjura entre los personajes. 

SU VERDADERO AMO

En la llanura, un hombre caminaba hacia el castillo del Señor de los Shinagamis. Su aspecto recio y serio denotaba a un hombre inflexible en las reglas. Un sombrero de bombín y un traje negro le identificaban. Caminaba a un ritmo constante sin variar la velocidad, no se dignó a mirar a los diferentes guardias que pasaban a su lado, estos le reconocían como el jefe de inteligencia de su  amo y no hacían ningún gesto para interrumpir su camino. Era Retir, la mano derecha del Señor de los Shinigamis. Se decía que su alma atormentada y podrida por el cometido que desempeñaba había degenerado hasta convertirle en un diablo. Pero a él, el instrumento de su señor, no le importaba lo que aquellos seres supersticiosos pensarán. El creía en el equilibrio como Faradar. Ese era el nombre del señor de los portadores de almas. Él le confió su secreto. Era un sentimiento de confianza. Un shinigami puede ser atacado a través de su verdadero nombre. Con el hechizo adecuado y en circunstancias precisas puede dominar el alma, controlando a dicho sujeto durante un tiempo. Todo depende del poder del conjurado. En el caso de su amo y señor serían unos segundos.
Volvía de su misión como espía en los mundos del Señor de Larimar y el del Señor del Inframundo. Verdaderamente estaba preocupado. Sus poderes eran específicos para infiltrarse, aunque él veía un peligro inminente. La conspiración del Señor de Larimar hacia los cuatros inmortales era una intriga más grande de lo que nadie pudiera imaginar. Él sentía que aquello iba a desmontar el mundo tal como lo conocía. Las tácticas del Señor  de Larimar para hacerse con todas las realidades eran muy agresivas, una conjura donde el despiadado Señor del Inframundo estaba involucrado, ordenando a un demonio medio humano matar al último hijo del Señor de Larimar. No lo comprendía, y giraba de un lado al otro la cabeza  mientras  entraba en el santuario de su señor. Delante de él surgió el mayordomo personal de Fadarar e inclinó débilmente la cabeza, éste sin decir nada le hizo un gesto para que le siguiera.
Pasaron por varias habitaciones que conducían hasta la sala de audiencias.  Todas decoradas con austeridad, sin ningún ornamento de metal precioso, todo lo contrario, eran todos de madera.
Oscura y gris era la residencia, en cambió las pinturas eran una auténtica mirada al pasado de su raza. El Señor de los Shinigamis las mandó pintar cuando subió al poder hace diez mil años. Contaban la historia de cómo el primer humano hizo un pacto con él, ya que sus hijos estaban en forma fantasmal y no podían encontrar por sí solos el camino hacia la reencarnación. Se produjo una unión entre las razas que hizo prosperar a ambas y así la especie humana y los shinigamis poblaron todas las realidades.
A Retir le encantaba la historia y miró los cuadros que ya se sabía de memoria. Cuando divisó la escena de la toma sangrienta de poder de Fadarar ya estaban en la puerta donde debía dar su informe. Entró en la sala donde la figura majestuosa del Señor de los  Shinigamis le esperaba apoyada de pie junto a su trono de oro.
     ─Retir, te estaba esperando. Dime; ¿qué has averiguado en tu misión?
     ─Son muchas mis inquietudes mi señor, el Señor de Larimar ha matado a su séptimo hijo recuperando la espada que usted  le dio.
Fadarar torció la cabeza con un gesto de desagrado.
     ─Así que ahora la tiene.
Retir se acercó unos pasos y ajustándose el bombín replicó.
     ─No, él la mandó a nuestra realidad para dársela a Jawet y que éste a la vez se la diera a Jantaro. 
El Señor de los Shinigamis comenzó a andar de un lado para otro. Su mente trabajaba rápidamente intentando unir las piezas que tenía. Durante unos minutos el silencio reinó en la sala.
     ─ ¿Qué logra él mandando aquí la espada? ─preguntó, interrumpiendo sus meditaciones en voz alta.
Retir se inclinó y con voz firme dijo.
     ─Si me permitís debo deciros que el Señor del Inframundo ha mandado a Astel a nuestro mundo  para matar al muchacho. Algo que yo no comprendo. Pero si entiendo que el Señor de Larimar esté utilizando a éste.
     ─ ¿De qué forma? ─preguntó con curiosidad Fadarar.
     ─Sin duda  alguna está explotando la condición de medio humano que tiene Astel. Él también ha enviado a nuestra realidad a una soldado de su guardia personal que tiene una relación amorosa con el demonio. La misión de ésta es proteger a Jantaro. Sin duda espera que su amor triunfe sobre su deber al Señor del Inframundo.
     ─Si eso ocurre los dos podrían amenazarme con la espada. Ese maldito bastardo está utilizando el rencor de Jawet para intentar asesinarme.
Fadarar golpeó una de las columnas con su mano haciendo retumbar la sala.
Retir ni se inmutó con el arrebato de su señor, pero con mirada calculada dijo.
     ─Sólo debéis matar a uno de los dos.
Una risa sarcástica apareció en el semblante del Señor de los Shinigamis.
     ─No, algo mejor. La hija de Alasthor. Ella es la clave. Ella controla el único poder que siempre se me ha resistido y teniéndola controlada usaremos a esos dos para que se vuelvan en contra de aquel que ha tejido esta intrincada red maquiavélica. La traerás ante mí. Está en la mansión de ese vejestorio caduco de Jawet que no sabe cuál es su lugar.
Retir flexionó su espalda con gesto de afirmación.
     ─Lo único, es que deberé esperar unos días para descansar. Utilicé todas mis reservas de energía en no ser detectado por el Señor de Larimar y por el Señor del Inframundo, pero la que más me costó burlar fue a una elemental que está al servicio del primero. Esa mujer es muy peligrosa. No desearía enfrentarme a ella.
Fadarar  sabía que no podía tomar riesgos absurdos ahora que todo se volvía contra él. Así que con disgusto le indicó.
     ─Muy bien. Parte cuando estés preparado.
Retir salió de la habitación con una sensación que no le gustaba. El control lo era todo y su amo lo había perdido.
Caminó hacia su hogar lejos del bullicio de palacio. Su casa estaba a las afuera de la ciudad, aunque tenía que pasar por el cuartel de división de inteligencia para obtener información sobre la chica y asumir su cargo como jefe del departamento. Rompió su estricta costumbre. Su misión le había dejado desfallecido y su confianza en el Señor de los Shinigamis había sido minada. La neutralidad había sido rota, Fadarar sólo deseaba el poder.
Sin darse cuenta llegó a las puertas de su morada. Era una casa  hecha de piedra. Tenía solamente cuatro habitaciones pequeñas. Un dormitorio, una cocina, un baño y su despacho. A este último se dirigía, cuando sintió la presencia de alguien. Rápidamente se transformó en shinigami.
     ─No tienes fuerzas para enfrentarme ─dijo una voz de mujer.
De detrás de una puerta surgió la elemental del Señor de Larimar. Cuando éste la vio preguntó sin ninguna nota de temor.
     ─ ¿Vienes a matarme?
     ─No, vengo solo a hablar. Tengo una proposición de mi señor.
Retir volvió a su forma humana, sabía perfectamente que en sus condiciones actuales no tenía posibilidades contra ella. Era mejor no provocarla.
     ─ ¿Qué quiere de mí el Señor de Larimar?
Ella sonrió con descaro.
     ─Ese viejo pervertido y degenerado, nada. Es mi verdadero amo el que desea tu colaboración.
Retir se sorprendió por sus palabras y una gran curiosidad contagió su mente.
     ─ ¿Entonces, a quién sirves?
     ─Al único y verdadero dios. Al Señor de los Cuatro Elementos. Mi amo desea que sigas las instrucciones del Señor de los Shinigamis secuestrando a la chica
Retir la interrumpió.
     ─ ¿Cómo sabes que tengo esa orden?
     ─Tú no eres el único que puede esconder su energía para no ser detectado. Yo estaba en la sala del trono cuando se te dio el encargo. También vi tus dudas al respecto.  Deberás raptarla, pero después ayudarás a Jantaro y a los suyos a entrar en el castillo y a asesinar al Señor de los Shinigamis.
Él se quedó pensando unos instantes en silencio. Sopesaba las palabras de la elemental. Al fin replicó.
     ─Debo suponer, que si me niego me matarás.
     ─Estás en lo correcto, aunque si  aceptas, mi señor te hará un regalo.
     ─ ¿Cuál?
     ─Los shinigamis sois seres mortales, solo bebiendo de la sangre de un elemental del más alto rango conseguís la inmortalidad. Así lo hizo el actual Señor de los Shinigamis. Mi amo te dará el preciado elixir y así tu soñada inmortalidad será posible. Tú decides tu destino.
Haita desapareció de su vista dejándole solo en aquella habitación. Él buscó una silla de madera y se sentó a reflexionar. Debía sopesar sus opciones antes de tomar la decisión más importante de su vida.

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