Os invitó a leer el décimo capitulo del libro de “Jantaro en el mundo de
los Shinigamis”. Creo que aquí surge el personaje más entrañable que es Bo, con la colaboración de uno de mis personajes favoritos que es el Yori; disfrutarlo.
EL GATO, UNA TRAGEDIA
Gatira apareció
en un bosque. Que sensación más extraña, pensó mientras buscaba la
brújula que le había dado la sirvienta del Señor de Larimar. Era la primera vez
que viajaba a otra realidad y un cosquilleo la recorrió todo el cuerpo. Se intentó relajar
a sí misma cerrando los ojos y la encontró en un bolsillo de la capa azul que
siempre llevaba puesta. Concentró su Ki y la aguja señaló en dirección hacia
una montaña. Ella miró alrededor suyo cuidadosamente, con cautela, y se
encaminó con sigilo hacia donde ésta le conducía.
……………
Amelia y
Jantaro reían durante la cena mientras Esther los miraba con preocupación. Ella
temía lo que estaba pasando, cuando escuchó los dos sueños de boca de ellos, un
malestar interior invadió todo su cuerpo. Ellos, en cambio, no veían el riesgo
en los poderes que estaban aprendiendo. Lo cierto es que su hija había madurado
mucho. Ya casi no la reconocía. Se había transformado en una mujer que estaba
enamorada de aquel muchacho misterioso y él la correspondía. Todo sería
maravilloso si la sombra de Paul no hubiera surgido.
─Mamá, ¿me
escuchas? ─ella miró a su hija.
─Lo siento
cariño, estaba pensado.
Amelia conocía
a su madre y pocas veces la había visto tan preocupada.
─ ¿Qué te
pasa mamá?
─Es sólo hija
que creo que os están utilizando a los dos. Tanto tu padre como ese tal Señor
de los Shinigamis, sólo quiero que tengáis presente que no debéis dejaros
manipular y sobre todo, tened mucho cuidado.
Jantaro cambió de postura y dijo.
─Ya lo
sabemos, pero de momento les seguiremos el juego, por lo menos hasta que
descubramos que es lo que se oculta detrás de todo esto. Además, tengo una
promesa que cumplir.
─ ¿Qué
promesa es esa? ─preguntó Amelia con curiosidad.
─No es nada,
es algo entre tu madre y yo. Es una cosa que me pidió cuando la conocí.
Amelia miró a los dos extrañada pero cuando iba a
preguntar, su madre habló.
─Me quedo más
tranquila, mi niña tiene suerte de contar contigo.
Se levantó de la mesa, dio un beso a su hija en la
mejilla y se dirigió a su cuarto.
Amelia vio a su madre salir y le dirigió una mirada
amenazante a Jantaro.
─No me mires
así. Es un secreto. Venga, vamos a descansar que mañana tendremos un día duro.
Amelia le observó con recelo mientras se dirigía al piso
de arriba donde estaba su habitación, a los cinco minutos ella también se fue a
acostar.
Cuando salieron
por la mañana al jardín se llevaron una sorpresa al ver un anciano junto
Alasthor. Éste vestía de igual modo y tenía una larga cabellera blanca.
─ ¿Así que tú
eres Amelia? ─dijo con una sonrisa.
─Sí soy yo...
¿Usted es?
─Mi querida
niña, yo soy tu abuelo, me llamo Jawet y he venido a ayudaros en vuestro
entrenamiento.
La cara de
Amelia se transformó, miró a su padre y éste asintió.
─ Tú debes de
ser Jantaro, es un placer conocerte.
El anciano le
tendió la mano, él, dubitativo se la estrechó.
─Mi padre ha
venido para ayudarnos. El siguiente paso es complicado, por eso he pedido su
ayuda.
Jawet se acercó
a ellos y mientras les acariciaba el pelo con cariño, les dijo:
─Muy bien chicos,
ya habéis encontrado vuestro espíritu de lucha, ahora debéis aprender cuáles
son sus poderes y controlarlos. Lo primero; transformaos.
Ambos se
concentraron y el cuerpo de los dos cambió al instante.
─Como era de esperar vuestra
transformación no es total. La tuya Amelia es más intensa por supuesto, porque
eres un híbrido entre un humano y uno de nosotros. La tuya muchacho, no está
nada mal. Debéis ahora llamar a vuestros instrumentos para convocar a los
espíritus de lucha.
Los dos
visualizaron los suyos y aparecieron en sus manos. En el caso de él una flauta
y en el de ella una campana de metal.
─Ahora viene
lo complicado. Primero tú, Jantaro. Relájate y
escucha a tu alma; deberás oír una música. Cuando la tengas intenta tocarla con
tu instrumento.
El muchacho se
concentró, visualizó su Ki y una canción resonó en su cabeza. Cogió su flauta e
intentó trasladarla. El sonido que salió de ella era parecido, pero no sonaba
igual. Un murciélago surgió de repente y comenzó a volar alrededor de él.
Éste se asustó
recordando su experiencia en el sueño y su flauta dejo de sonar. Al instante el
espíritu desapareció.
─No está mal
para ser la primera vez, pero te has equivocado al tocarla ¿verdad?
Jantaro se llevó las manos a las sienes avergonzado y
asintió.
─Debes
dejarte llevar por tu intuición y no debes racionalizar la melodía. Bien,
prueba otra vez.
Cuando la música resonó en su mente se relajó
y dejó que los dedos fluyeran por si solos. Esta vez sí que fue una copia
perfecta. Más de cien murciélagos surgieron y se colocaron detrás de él.
─Piensa que
quieres que hagan, imagínatelo y otra armonía surgirá
─le dijo el Abuelo
Vamos a ir a
la derecha, pensó. Un
ritmo diferente sus dedos transmitieron y
los murciélagos a su vez siguieron su orden.
Ahora a la
izquierda. Ocurriendo lo
mismo, éstos se movieron al unísono hacia donde él les había mandado. Él se rió,
perdió la concentración un instante y éstos desaparecieron.
─Esto es muy
divertido. Voy a probar otra vez.
─No. Espera,
ahora le toca a ella ─le paró Alasthor.
El anciano
observó a su nieta y dijo.
─Amelia, lo
tuyo es más complicado. Por eso estoy yo aquí. Concentra tu energía espiritual
sobre tu campana y tócala, veremos que ocurre a partir de ahí.
Amelia sintió
un poco de miedo por aquellas palabras, buscó con la mirada a su amigo y vio
que él la sonreía. Concentró su Ki y golpeó la campana.
─Niña del
demonio. Mira que eres débil, sólo has podido invocarme a mí.
Un gato gris
estaba a sus pies. Éste empezó a mover la cabeza.
─ ¿Qué
tenemos aquí, una reunión de fracasados? ─preguntó con ironía
Nadie dijo nada
porque todos tenían la boca abierta. Hasta el anciano estaba sorprendido.
Amelia sonrió y le dijo.
─Hola Bo.
¿Qué tal estás?
Éste no la
escuchó y empezó a reírse sin parar, al fijarse bien en Jantaro.
─ ¡Ja, Ja,
Ja! Eres
patético. ¿Qué es eso? Que transformación más divertida. ¿Y tú? ─mirando
a Amelia─. ¿Qué eres? ¿Una mutación?
Jantaro notó
que las venas de su cuello se hinchaban, pero al mirar a Amelia, rápidamente se
olvidó del espíritu.
─Amelia, ya no
eres un shinigami ─la dijo asustado.
Amelia había
vuelto a la normalidad. El abuelo cogió una chaqueta que habían traído y se la
lanzó a las manos.
─Muy bien. Ahora
tendré que esperar en este mundo patético hasta que tengas energía para
devolverme con mis hermanos ─dijo Bo mientras se rascaba una oreja con la pata.
Enseguida se encamino hacia el otro lado del claro.
─ ¿Dónde vas?
─preguntó el abuelo en un tono autoritario.
Bo, ignorándole,
siguió andando.
Jawet se
transformó en un shinigami y una caja de música empezó a emitir una melodía. Al
instante tres lobos gigantes enseñando sus dientes amenazantes surgieron de la
nada. El gato se dio la vuelta.
─Perritos a
mi ─dijo mientras empezaba a cambiar de forma convirtiéndose en un felino de
dos metros de alto con dos colmillos afilados que surgieron de su morro. Esbozó
una mueca de disgusto y un fuego rojo surgió de su boca calcinando a los tres
espectros a la vez. Se dio la vuelta y volvió a su forma original.
─Idiota.
Hace tanto tiempo que no estoy en una forma que no es espiritual que me ha
entrado hambre ─y levantándoles la cola mientras andaba siguió su camino con
aire altivo hacia el pueblo.
El Anciano de
nuevo en su forma humana había caído al suelo, su hijo se apresuró a levantarle.
─ ¿Estás bien
Padre? ─preguntó Alasthor
─Increíble y
sólo es uno de los tres. Amelia cámbiate de ropa y ve a buscarle y tú chico,
acompáñala. Y para la próxima, espero que aprendáis a no
romper vuestras ropas en la transformación.
Los dos miraron
a Alasthor a la vez y salieron corriendo hacia la casa. Padre e hijo se
quedaron solos en la explanada.
─Esto es
maravilloso. Con este poder podremos hacerle frente, y con la espada que me dio
el Señor de Larimar podremos destruirle ─dijo entusiasmado Jawet.
─ Pero ¿la
espada no obtendrá todo su poder si no es dominada por un descendiente del
Señor de Larimar y por un demonio?
─Exacto.
Jantaro es hijo del primero y el otro está a punto de entrar en escena.
Alasthor pudo
ver el reflejo de la codicia en los ojos de su padre y temió por el futuro de
su hija.
Esther vio a
los dos muchachos entrar corriendo en sus habitaciones para al instante salir cambiados y corriendo.
─ ¿Dónde vais
con tantas prisas? ─preguntó mientras salían por la puerta.
─ ¡Vamos a
capturar a un gato maleducado mamá!
Esther puso
cara de resignación y volvió con el arreglo de un vestido.
……………
─ ¡Bo, Bo!
¿Dónde estás? ─gritaba Amelia mientras corrían ladera abajo.
El gato no
escuchaba la llamada de ella ya que
había llegado al pueblo. Siempre le había gustado observar a los humanos. Esa
chiquilla lo está haciendo muy bien, a la primera ha conseguido invocarme,
pensó mientras miraba a un hombre sentado al lado de un carromato comiendo un
plato de carne. Éste cuando le vio le llamó.
─Ven gatito,
¿te has perdido?
Bo al principio
le ignoró y no se movió, pero de repente le brillaron los ojos cuando el hombre
sacó un plato y escanció leche de una botella que tenía a su lado.
Inconscientemente se acercó para beber.
─Me llamo
Albert, ¿te has perdido? ─dijo acariciando el pelaje del gato.
Bo disfrutaba
de su alimento cuando notó la presencia de Amelia detrás de él, ignorándola
siguió concentrado en la leche.
─Bo, ¡estás
aquí! Te hemos estado buscando ─dijo ella más tranquila al ver que no había
pasado nada.
─ ¿Es tuyo
muchacha? Espero que no te importe que le haya dado de comer.
En ese instante
llegó Jantaro y se paró en seco al ver la cara de su Amigo.
─Albert, soy
yo, Less. ¿Qué tal te encuentras?
El hombre dio
un salto de alegría y le abrazó.
─Muchacho del
demonio, te he estado buscando. Desapareciste en la noche, me has tenido muy
preocupado. Creía que habías muerto. ¿Qué ocurrió?
Jantaro miró a
su amigo y un sentimiento de felicidad le embargo, aunque sabía que no podía
decirle la verdad.
─Me perdí en
el bosque, creo que algo nos atacó. Me encontró un hombre y aquí estoy.
Albert le
sonrió y supo al instante que no iba a engañar a un chatarrero que vivía
precisamente de manipular a la gente, pero éste, tenía la costumbre de no hacer
preguntas a gente que no quería contestarlas. Así que cambiando de tema miró a
la chica de arriba abajo y dijo.
─Es muy guapa
Less. ¿Es tu novia?
Los dos se
encarnaron como tomates.
─ ¡Ja, ja,
ja! Bueno, al menos dime como se llama.
Ella se
adelantó.
─Me llamo Amelia y es un placer conocerle.
─Yo soy
Albert y también es un placer. ¿Es tu gato, verdad?
─Sí. Se llama
Bo y es un poco travieso, se ha escapado de casa.
Bo levanto la
cabeza de su plato y Albert creyó ver cómo le sacaba la lengua a la chica.
Eso es imposible, pensó rápidamente. Jantaro salió al quite.
─Amelia,
cuando llegué aquí estuve viajando con él en su carromato. ¿Verdad Albert?
El hombre seguía mirando al gato y no prestaba
atención a Jantaro.
─Albert, ¿me
escuchas?
Éste volvió a
mirar otra vez al chico.
─Sí, sí,
perdona, estaba en otro sitio. Me ha parecido ver una cosa. Lo siento; ¿decías?
─ ¡Que hemos
viajado juntos! ─replicó.
Entonces Albert
cambió de actitud.
─Sí. Es
verdad. Le encontré en un camino con unas ropas que podría haber llevado un
gnomo. Tendrías que haber visto lo gracioso que estaba.
Amelia se rió.
─Me hubiera
gustado verle.
Jantaro se hizo
el ofendido pero acabó también contagiándose de la risa de los dos. En ese
instante, Bo erizó su cuerpo.
─ ¿Qué
ocurre? ─preguntó Amelia
─Se acercan
dos demonios, preparaos para luchar ─dijo el gato.
Albert puso
cara de sorpresa.
─ ¿El gato
sabe hablar?
─Sí. Hazle
caso, ocúltate dentro del carromato. ¡Rápido! ─Le ordenó mientras cogía el
brazo de éste.
Albert se soltó dándole un empujón al muchacho, que
cayendo al suelo vio como una espada de fuego atravesaba el corazón del
chatarrero.
─ ¡Albert,
Albert! ─gritó su amigo en el suelo.
Pero Albert no
podía oírle. Estaba muerto. Amelia corrió hacia Jantaro y le ayudó a
levantarse. Éste se acercó hacia el cuerpo sin vida de su camarada y en cuanto
le tocó, el odio empezó a crecer en su interior. De su espalda surgieron dos
alas, se estaba transformando y su aura era de un verde oscuro, intenso y
amenazante. Buscó con la mirada a sus atacantes y los descubrió. Dos demonios
envueltos en fuego le miraban desde la azotea de una casa. La gente corría despavorida
por las calles. Él no oía los gritos, su mente estaba en un estado de shock.
Su flauta tocó
unas notas agudas y apareció un torbellino de aire que, al parar, se transformó
en un ser encorvado, con la cara llena de arrugas, cuchillas en las manos y los
ojos inyectados en sangre. Vestía un trapo sucio que utilizaba como si fuera
una toga.
─ ¿Dónde está
mi presa? ¡Debo matar! ─gritaba con desesperación.
Bo se transformó
en tigre ante Amelia.
─Es un Yori.
Un demonio de viento. ¡Cómo diablos ha podido invocarlo! ─dijo Bo mirando a
todos lados.
El Yori siguiendo
las órdenes de la música de Jantaro saltó
hacia los dos demonios. Estos se encontraron ante una fuerza descomunal,
violenta, imparable. El viento era tan fuerte que arrastraba todo a su paso.
Las cuchillas atravesaron los cuerpos, cada vez más destrozados, de aquellos
dos pobres infelices, hasta que de ellos no quedo nada. Amelia, asustada por el
espectáculo se acercó a Jantaro e intentó tranquilizarle, aunque éste seguía
aun fuera de la realidad. Amelia le besó en la cara y con una voz venida de lo
más profundo de su alma le dijo al oído.
─Te quiero.
Al instante la flauta dejó de sonar. El muchacho
despertó y vio la calle del pueblo arrasada.
─ ¿Qué ha
pasado? ¿Dónde están los demonios?
Amelia le
abrazó con ternura.
─Vosotros
tortolitos, esto aún no ha terminado ─dijo Bo.
Los dos le
miraron y él con una de sus patas señaló hacia el Yori.
─ ¡Soy libre!
¡Soy libre para destrozar! ¡Para asesinar!
─ ¡Rápido
muchacho tienes que hacer un sello espiritual con la flauta! ─le gritó alarmado
Bo.
─ ¡No te
dejaré!─y enseñó una boca desdentada y podrida.
Saltó del
tejado con una gran agilidad y se dirigió como una bala hacia Jantaro con la
única intención de matarlo. Bo intentó apartar de la escena a Amelia,
empujándola con la cabeza.
─ ¡No Bo!
¡No! ¡Leeessssssss! ─gritó desesperada ella.
Jantaro no era
lo bastante rápido. Ya tenía la cuchilla del demonio casi en la garganta cuando
de repente el tiempo se ralentizó, haciendo torpes y pesados los movimientos
del Yori. Una chica rubia con una capa azul le empujó hacia un lado apartándole
de la trayectoria de sus garras.
─Vamos corre,
ahora sella a ese monstruo.
Jantaro se concentró, escuchando una música que
interpretó haciendo desaparecer al demonio de viento.
Amelia se soltó
de Bo que dejó que se fuera y corrió hacia el muchacho dándole un beso en la
boca. Después los dos se fundieron en un abrazo y ella llorando le empezó a
golpear el pecho.
─ ¡Idiota!
¡Idiota!
Gatira miraba
feliz a los dos chicos y suspiró con alivió al ver que había llegado a tiempo.
Jantaro todavía cogido por Amelia la observó y con una sonrisa le tendió la
mano.
─Muchas
gracias por salvarnos.
Ella se la
estrechó.
─ ¿Qué hace
aquí un lacayo del Señor de Larimar? ─preguntó Bo. Ella miró asombrada al
felino y éste le echó una de sus sonrisas.
─Da igual,
dejemos las presentaciones para luego. Debemos irnos rápido del pueblo ─dijo mientras cogía el cuerpo de Albert y lo
cargaba al hombro.
La gente salía
de sus escondites y los miraba asustados.
─Ven,
síguenos ─dijo Amelia a Gatira mientras
se dirigía corriendo hacía su casa.
Una sombra
observó a los cuatro dirigirse por un camino. Muy inteligente Señor de
Larimar, así que Gatira es tu carta. De momento te seguiré el juego tanto a ti
como al Señor del Inframundo, pensó Vladimir. Una rama a su espalda sonó y
sin darse la vuelta dijo.
─No está bien
que me sigas, Garot o podría matarte por equivocación.
Un demonio de
color negro apareció de detrás de un árbol.
─Lo he hecho
a propósito para que supieras que estoy aquí. Mi paciencia tiene un límite,
espero que realices pronto el encargo de
nuestro señor. Si no tendré que hacerlo yo y después jugaré con tus órganos
internos.
Garot desapareció y Vladimir notó una punzada en su
corazón.
……………
Jantaro llegó desfallecido a casa, el peso de su
amigo Albert y el de su corazón, le hicieron derrumbarse en el umbral. Dejó el
cadáver en la puerta mientras Amelia entraba buscando a su madre.
─ ¡Mamá!
¿Dónde estás?
Esther estaba
en la cocina y al oír a su hija gritando
salió de ella.
─ ¡Qué pasa
Amelia!
Ella la agarró
de la mano con fuerza.
─Corre mamá.
Ha pasado algo. Los del pueblo no tardarán en venir.
Esther vio el
miedo en su cara y reaccionó al instante. Cuando salieron les estaba esperando
también Alasthor y su padre.
─Ya me lo ha
contado el chico, hablaremos de esto con calma más tarde. Ahora cogeos de las manos. Ya vienen ─dijo el
abuelo.
Por el final
del camino se oían las voces de la turba que se acercaba a la casa.
─Oye,
perdona, yo no tengo manos.
Todos miraron a
Bo mientras éste movía las patas delanteras con gracia
─Es cierto, Amelia tienes que devolverle a
su plano.
Amelia
concentró su Ki y su cuerpo cambió al de un shinigami. Una campana surgió de
sus manos y sin mover la muñeca está sonó.
─Te veo más
tarde niñata ─dijo el gato mientras desaparecía.
─Chico, no
podemos llevarnos a ese hombre muerto ─dijo el abuelo.
Jantaro miró el
cadáver de su amigo y una corriente fría heló su cuerpo. Recordó
la sonrisa del chatarrero, su amabilidad con un muchacho que se encontró en el camino,
también a la vieja mula que le estaría
esperando y que nunca volvería a ver. Albert, aquel hombre que vivía la vida
al momento, disfrutando de todo y de todos.
─Adiós viejo amigo,
espero que nos volvamos a encontrar ─y acercándose a su cuerpo le cerró los
ojos. Después, pegó su frente a la suya, demostrándole así su respeto.
─Alasthor ayúdame. Vamos a mi casa,
exactamente a la fuente del león dorado.
─Bien padre.
Ahora no os soltéis.
Amelia ya había
vuelto a la normalidad y ella y Jantaro entrelazaron sus dedos. Al fondo del
camino los aldeanos furiosos ya se divisaban. Iban armados con palos y piedras.
Algunos incluso llevaban antorchas. Una energía les envolvió a los seis y los
transportó, desapareciendo de la vista de estos.
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