“ÉL NECESITA DESCANSO”
Que placer da, ser libre
durante unas horas. No sabéis lo que es estar encerrado en el cuerpo de otro,
observar alrededor y sumisamente esperar a que llegue tu momento; es duro, lo
sé. No pretendo que vosotros lectores entendáis la complejidad de mi situación,
sólo deseo con toda mi alma que sigáis a mi mentor como yo lo amé a él.
La semana pasada os relataba
como Fernando probó sus nuevos dones con un hombre ciego, lo salvaba de su vida
engañándolo para que cruzara un paso de cebra, y así como un suspiro, su cuerpo
destrozado yacía muerto en la calzada. Durante unos meses salvaba el alma de
tres ciegos a la semana. El ayuntamiento alarmado estaba planeando cambiar los
semáforos, y la policía estaba atenta intentado entender lo que sucedía. Este
cúmulo de circunstancia le hizo considerar el buscar rutas alternativas, pero
algo pasó cuando ya había decido a que nueva presa humana salvar. Su vecina,
esa vieja encorvada del piso de arriba, se había comprado un pequeño canario.
Sí, de esos cutres que venden en el rastro de Madrid, y el muy condenado no
paraba de cantar. Era tan raro que llamaba a su hembra hasta por la noche.
Incansable, irritante y con los días
contados. La solución no yacía simplemente en acabar con la existencia del
pequeño cantor, había que sesgar la vida de la condenada ama. Tenéis que
entender que la vieja compraría otro y su vida ya patética molestaría a mi
mentor. No, la solución era obvia, había de acabar con dueña y mascota. Durante
días Fernando buscó la manera de finalizar con la pesadilla que no le dejaba descansar.
La seguía cuando salía a la calle y leía compulsivamente su correo. Fue así
como descubrió el fallo cardiaco que sufría su vecina. Una carta de su hermana
mandada desde Talavera de la Reina, muy considerada se preocupaba del estado de
salud de la vieja. En ella le advertía sobre no excitarse, su corazón no estaba
para muchos disgustos. ¿Qué era lo que más quería la mujer? Su pájaro era el
centro de su patético universo. Fernando ideó un plan por el bien de su obra.
Si no puedes dormir te vuelves descuidado, y la sociedad actual no estaba, ni
está preparada para sus gloriosos dones divinos.
Buscó por la calle un gato
abandonado, uno negro azabache, acostumbrado a cazar. Con cuidado y debidamente
vestido con unos guantes de cota de malla, consiguió capturarlo en un saco. Lo
llevó a su morada y lo encerró en un trastero sin comida durante cuatro días.
Cuando la vieja loca de las aves salió de su casa, Fernando lo liberó con
cuidado en el piso de arriba. Lo lanzó desde su ventana y aterrizó en la casa
de la anciana. El felino escuchó al pájaro cantar y después de cuatro días sin
comer atacó la jaula con una voracidad
propia de un demonio del inframundo. El canario, sin salida, movía las alas
desesperado intentando huir, pero el gato consiguió abrir una abertura en las
rejas y sin compasión acabó con su existencia. La mujer al cabo de una hora
regresó y se encontró que el delicioso asesinato de su amada mascota. El gato,
al lado, todavía tenía plumas en su boca y la vecina al ver el espectáculo
delicioso que tenía delante de ella, comenzó a notar como el brazo izquierdo se
le dormía. Después, sólo el sonido del cuerpo de la mujer al caer desplomado en
el suelo sin vida consiguió que mi amado mentor consiguiera al fin, dormir…
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