martes, 9 de abril de 2013

LA SANGRE DE UN DISCÍPULO CAP 3


“ÉL NECESITA DESCANSO”
Que placer da, ser libre durante unas horas. No sabéis lo que es estar encerrado en el cuerpo de otro, observar alrededor y sumisamente esperar a que llegue tu momento; es duro, lo sé. No pretendo que vosotros lectores entendáis la complejidad de mi situación, sólo deseo con toda mi alma que sigáis a mi mentor como yo lo amé a él.
La semana pasada os relataba como Fernando probó sus nuevos dones con un hombre ciego, lo salvaba de su vida engañándolo para que cruzara un paso de cebra, y así como un suspiro, su cuerpo destrozado yacía muerto en la calzada. Durante unos meses salvaba el alma de tres ciegos a la semana. El ayuntamiento alarmado estaba planeando cambiar los semáforos, y la policía estaba atenta intentado entender lo que sucedía. Este cúmulo de circunstancia le hizo considerar el buscar rutas alternativas, pero algo pasó cuando ya había decido a que nueva presa humana salvar. Su vecina, esa vieja encorvada del piso de arriba, se había comprado un pequeño canario. Sí, de esos cutres que venden en el rastro de Madrid, y el muy condenado no paraba de cantar. Era tan raro que llamaba a su hembra hasta por la noche. Incansable,  irritante y con los días contados. La solución no yacía simplemente en acabar con la existencia del pequeño cantor, había que sesgar la vida de la condenada ama. Tenéis que entender que la vieja compraría otro y su vida ya patética molestaría a mi mentor. No, la solución era obvia, había de acabar con dueña y mascota. Durante días Fernando buscó la manera de finalizar con la pesadilla que no le dejaba descansar. La seguía cuando salía a la calle y leía compulsivamente su correo. Fue así como descubrió el fallo cardiaco que sufría su vecina. Una carta de su hermana mandada desde Talavera de la Reina, muy considerada se preocupaba del estado de salud de la vieja. En ella le advertía sobre no excitarse, su corazón no estaba para muchos disgustos. ¿Qué era lo que más quería la mujer? Su pájaro era el centro de su patético universo. Fernando ideó un plan por el bien de su obra. Si no puedes dormir te vuelves descuidado, y la sociedad actual no estaba, ni está preparada para sus gloriosos dones divinos.
Buscó por la calle un gato abandonado, uno negro azabache, acostumbrado a cazar. Con cuidado y debidamente vestido con unos guantes de cota de malla, consiguió capturarlo en un saco. Lo llevó a su morada y lo encerró en un trastero sin comida durante cuatro días. Cuando la vieja loca de las aves salió de su casa, Fernando lo liberó con cuidado en el piso de arriba. Lo lanzó desde su ventana y aterrizó en la casa de la anciana. El felino escuchó al pájaro cantar y después de cuatro días sin comer atacó la jaula con  una voracidad propia de un demonio del inframundo. El canario, sin salida, movía las alas desesperado intentando huir, pero el gato consiguió abrir una abertura en las rejas y sin compasión acabó con su existencia. La mujer al cabo de una hora regresó y se encontró que el delicioso asesinato de su amada mascota. El gato, al lado, todavía tenía plumas en su boca y la vecina al ver el espectáculo delicioso que tenía delante de ella, comenzó a notar como el brazo izquierdo se le dormía. Después, sólo el sonido del cuerpo de la mujer al caer desplomado en el suelo sin vida consiguió que mi amado mentor consiguiera al fin, dormir…         

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