lunes, 22 de abril de 2013

JANTARO EN EL MUNDO DE LOS SHINIGAMIS CAP. 17 (primera parte)


CAJAS DE MÚSICA


Campamento del ejército de Stalet



Alasthor regresó al campamento a la cabeza de una guardia de diez soldados. Traspasó la tienda de su padre cuando los primeros rayos de luz asomaban por el este. Jawet estaba durmiendo y había dado órdenes de no ser molestado, pero él tenía noticias importantes que trasmitir. Había encontrado un pequeño ejército acampado a las afueras de un pueblo llamado Karsburgo a unos quince kilómetros.

Jawet se despertó cuando su hijo le tocó el hombro. Con cara dormida sabía que era algo importante. Se incorporó y dio una palmada con las manos. Al instante dos shinigamis surgieron con una palangana de agua y una toalla. Jawet se lavó sin dirigirle la palabra a su hijo. Al cabo de unos minutos al fin preguntó.

     ─Dime, ¿qué has averiguado?

     ─Hay unos quinientos hombres apostados a quince kilómetros en dirección al castillo.

     ─ ¿Quién los comanda?

     ─He visto al hijo del General Kalmin.

     ─Sandos, ¿Verdad?

     ─Sí. Debe ser una avanzadilla.

     ─Querrán ganar tiempo hasta que lleguen todas sus tropas del norte.

Jawet se dirigió al mapa y se lo mostró a su hijo. Éste señaló el pueblo de Karsburgo en él.

     ─Sería muy fácil evitarles ─dijo Alasthor mientras Jawet pensativo seguía con su vista fija en el mapa.

     ─No, No creo que fuese juicioso. Sería un error de grandes dimensiones si nos encontráramos en medio de los dos. Debemos acabar rápidamente con ellos.

En ese instante Softor entró en la tienda blanco como la leche. Jawet veía como le temblaban las manos y supo que algo no iba bien.

     ─Los tenemos detrás ─dijo Softor sin miramientos.

     ─ ¿A quién? ─le preguntó Alasthor secamente.

Éste le miró con preocupación y no con odio, eso hizo que Alasthor se alarmará.

     ─El Ejército del general Kalmin, nos pisa los pies en nuestra retaguardia ─Jawet cambió de cara al instante.

     ─Maldito Chacal. Debió seguirnos por la puerta Sur. Tuvimos que haberla destruido. ¿A cuántos kilómetros están?

     ─A unos veinte. Son unos dos mil shinigamis.

     ─ ¿Dos mil?  Nosotros somos mil quinientos con los últimos efectivos que hemos reclutado por el camino. Además hay quinientos esperándonos al norte ─dijo Alasthor alarmado.

Los dos shinigamis esperaron una respuesta de Jawet, pero éste se había sentado en una silla y reflexionaba. Al cabo de unos minutos empezó a dar órdenes.

     ─Tú, hijo. Partirás con doscientos shinigamis inmediatamente a enfrentarte con Sandos en ese pueblo. El resto de nuestro ejército ira al encuentro del General. No se esperarán que demos la vuelta y les cogeremos por sorpresa. Además, tenemos  a nuestro cuerpo especial. Ellos creerán que somos muchos más.

Alasthor miraba sorprendido a su padre. Doscientos contra quinientos. Iba a ser una masacre.

Jawet observó el gesto de su hijo y le habló con ternura.

     ─Te mando a ti porque eres un buen general. Sé que hallarás la manera de salir victorioso. No quiero un mártir sino  un estratega. Puedes elegir a los soldados que quieras menos al cuerpo especial. Lo necesito para contener al otro ejército.

Alasthor sabía que su vida para su padre era simplemente sacrificable, pero su hija le necesitaba. Ya poco a él le importaba la causa de Jawet. Si conseguía flanquear a Sandos no daría la vuelta sino que iría al castillo donde estaba presa Amelia.

      ─Bien padre haré lo que me pides. Necesito al Cuerpo de fuerzas con armas

Jawet se sorprendió al oír el nombre de aquellos inútiles y se lo otorgo rápidamente.

     ─Hecho.

     ─También me llevaré cien shinigamis que controlen a espíritus pesados y otros cincuenta de animales rápidos.

     ─Está bien. Parte inmediatamente. Nosotros haremos lo mismo en dirección contraria. Cuando venzas reúnete con nosotros.

     ─Así lo haré ─mintió Alasthor a su padre descaradamente.

Alasthor salió de la tienda mientras las trompetas llamaban a formar. Se dirigió a la zona donde acampaba el  cuerpo de ataque con armas. Se encontró con Clarent y le preguntó dónde estaba su sargento. Éste señaló a un hombre de mediana edad rudo y fuerte que gritaba a sus hombres. Alasthor se acercó a él y éste se cuadró al instante.

     ─ ¿Cómo te llamas? ─le preguntó

     ─Soy Elian, mi comandante

     ─Está bien Elian. Forma a tú soldados y dirígelos a esa llanura. Esperarme allí dentro de veinte minutos.

El sargento no hizo pregunta alguna y empezó a dar órdenes gritando.

     ─ ¡Corred basura! ¡A formar!

Alasthor se dirigió a buscar al resto de su ejército mientras oía todavía a Elian despotricar a sus soldados. Le gustaba ese shinigami.

Clarent y Rudyt  cargaban con presteza su equipo.

     ─ ¿Dónde vamos ahora? ─preguntó Clarent

     ─Ni idea, pero se cree que hay un pequeño ejército al norte ─le respondió Rudyt

     ─Bien, ya era hora de que entráramos en combate ─se entusiasmó Clarent.

Subieron una pequeña llanura y el sargento dio orden de esperar. Empezaron a aparecer soldados de otras unidades hasta que a los veinte minutos era doscientos. Alasthor vino con el último grupo y se dirigió directo a Elian.

     ─ ¿Quiénes son tus dos mejores hombres?

El Sargento señaló a Clarent y Rudyt.

     ─Está bien. Confió en tu criterio. Seguidme los tres.

Los dos amigos estaban nerviosos, su sargento le había avisado que el hijo de Retir quería una reunión con ellos. Cuando estuvieron a unos cuatrocientos metros Alasthor se paró y sacó un mapa que colocó sobre el césped. Se agachó y los otros lo imitaron.

     ─Vosotros, habéis ascendido. Enhorabuena ─los dos amigos se miraron y sonrieron ─Sargento, usted los ha elegido y los conoce mejor. Necesitó que uno mandé el cuerpo de bestias pesadas y otro el de animales rápidos.

Elian estuvo unos segundos reflexionando para luego responderle a Alasthor con convicción.

     ─Sin duda Clarent animales rápidos. Es valiente y joven ─el otro se hinchó de orgullo─. Para la otra unidad Rudyt, es el más cualificado tiene experiencia en combate y es un buen estratega

    ─Perfecto. Bien, ahora escuchadme, es muy importante que nos sincronicemos. Vamos a enfrentarnos a quinientos shinigamis al norte. Los comanda el hijo del General, por lo que su formación de combate será clásica como cuadrado es su padre. Nosotros pondremos a tu unidad Elian, en el lado izquierdo. Esa ala es la más débil, debéis resistir como sea.

El sargento afirmó con contundencia.

     ─ Estamos preparados.

     ─ Rudyt, irás al lado derecho y pisotearas a sus bestias rápidas.

     ─No quedará uno vivo. Mi señor.

     ─El centro tú ─señalando a Clarent─. Comandarás a animales rápidos. Esto va a ser complicado. Cuando sus animales grandes lleguen debéis dejarlos pasar y en ese instante mandar a los vuestros para que ataquen a sus amos. Haciendo así un caos. La formación se abrirá con un pasillo. Lo has entendido.

     ─Sí, mi señor.

     ─Bien, que cada uno se presente en su puesto. Vamos a un pueblo llamado Garsburgo ─y lo señaló con un palo en el mapa.

El pequeño ejército se movilizó mientras Alasthor echó un vistazo por última vez hacia al campamento y vio a los soldados que empezaban a partir hacia la otra batalla.

     ─Adiós padre. Hasta siempre ─se despidió.

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