CAJAS DE MÚSICA
Campamento del ejército de Stalet
Alasthor regresó al campamento a la cabeza de una guardia de diez
soldados. Traspasó la tienda de su padre cuando los primeros rayos de luz
asomaban por el este. Jawet estaba durmiendo y había dado órdenes de no ser
molestado, pero él tenía noticias importantes que trasmitir. Había encontrado
un pequeño ejército acampado a las afueras de un pueblo llamado Karsburgo a
unos quince kilómetros.
Jawet se despertó cuando su hijo le tocó el hombro. Con cara dormida
sabía que era algo importante. Se incorporó y dio una palmada con las manos. Al
instante dos shinigamis surgieron con una palangana de agua y una toalla. Jawet se lavó sin dirigirle la
palabra a su hijo. Al cabo de unos minutos al fin preguntó.
─Dime, ¿qué has averiguado?
─Hay unos quinientos hombres apostados a
quince kilómetros en dirección al castillo.
─ ¿Quién los comanda?
─He visto al hijo del General Kalmin.
─Sandos, ¿Verdad?
─Sí. Debe ser una avanzadilla.
─Querrán ganar tiempo hasta que lleguen
todas sus tropas del norte.
Jawet se dirigió al mapa y
se lo mostró a su hijo. Éste señaló el pueblo de Karsburgo en él.
─Sería muy fácil evitarles ─dijo Alasthor
mientras Jawet pensativo seguía con su vista fija en el mapa.
─No, No creo que fuese juicioso. Sería un
error de grandes dimensiones si nos encontráramos en medio de los dos. Debemos
acabar rápidamente con ellos.
En ese instante Softor entró
en la tienda blanco como la leche. Jawet veía como le temblaban las manos y
supo que algo no iba bien.
─Los tenemos detrás ─dijo Softor sin
miramientos.
─ ¿A quién? ─le preguntó Alasthor
secamente.
Éste le miró con
preocupación y no con odio, eso hizo que Alasthor se alarmará.
─El Ejército del general Kalmin, nos pisa
los pies en nuestra retaguardia ─Jawet cambió de cara al instante.
─Maldito Chacal. Debió seguirnos por la
puerta Sur. Tuvimos que haberla destruido. ¿A cuántos kilómetros están?
─A unos veinte. Son unos dos mil shinigamis.
─ ¿Dos mil? Nosotros somos mil quinientos con los últimos
efectivos que hemos reclutado por el camino. Además hay quinientos esperándonos
al norte ─dijo Alasthor alarmado.
Los dos shinigamis esperaron
una respuesta de Jawet, pero éste se había sentado en una silla y reflexionaba.
Al cabo de unos minutos empezó a dar órdenes.
─Tú, hijo. Partirás con doscientos shinigamis
inmediatamente a enfrentarte con Sandos en ese pueblo. El resto de nuestro
ejército ira al encuentro del General. No se esperarán que demos la vuelta y
les cogeremos por sorpresa. Además, tenemos a nuestro cuerpo especial. Ellos creerán que
somos muchos más.
Alasthor miraba sorprendido
a su padre. Doscientos contra quinientos. Iba a ser una masacre.
Jawet observó el gesto de su hijo y le habló con ternura.
─Te mando a ti porque eres un buen
general. Sé que hallarás la manera de salir victorioso. No quiero un mártir
sino un estratega. Puedes elegir a los
soldados que quieras menos al cuerpo especial. Lo necesito para contener al
otro ejército.
Alasthor sabía que su vida
para su padre era simplemente sacrificable, pero su hija le necesitaba. Ya poco
a él le importaba la causa de Jawet. Si conseguía flanquear a Sandos no daría
la vuelta sino que iría al castillo donde estaba presa Amelia.
─Bien padre haré lo que me pides.
Necesito al Cuerpo de fuerzas con armas
Jawet se sorprendió al oír
el nombre de aquellos inútiles y se lo otorgo rápidamente.
─Hecho.
─También me llevaré cien shinigamis que
controlen a espíritus pesados y otros cincuenta de animales rápidos.
─Está bien. Parte inmediatamente. Nosotros
haremos lo mismo en dirección contraria. Cuando venzas reúnete con nosotros.
─Así lo haré ─mintió Alasthor a su padre
descaradamente.
Alasthor salió de la tienda
mientras las trompetas llamaban a formar. Se dirigió a la zona donde acampaba
el cuerpo de ataque con armas. Se
encontró con Clarent y le preguntó dónde estaba su sargento. Éste señaló a un
hombre de mediana edad rudo y fuerte que gritaba a sus hombres. Alasthor se
acercó a él y éste se cuadró al instante.
─ ¿Cómo te llamas? ─le preguntó
─Soy Elian, mi comandante
─Está bien Elian. Forma a tú soldados y
dirígelos a esa llanura. Esperarme allí dentro de veinte minutos.
El sargento no hizo pregunta
alguna y empezó a dar órdenes gritando.
─ ¡Corred basura! ¡A formar!
Alasthor se dirigió a buscar
al resto de su ejército mientras oía todavía a Elian despotricar a sus
soldados. Le gustaba ese shinigami.
Clarent y Rudyt cargaban con presteza su equipo.
─ ¿Dónde vamos ahora? ─preguntó Clarent
─Ni idea, pero se cree que hay un pequeño
ejército al norte ─le respondió Rudyt
─Bien, ya era hora de que entráramos en
combate ─se entusiasmó Clarent.
Subieron una pequeña llanura
y el sargento dio orden de esperar. Empezaron a aparecer soldados de otras
unidades hasta que a los veinte minutos era doscientos. Alasthor vino con el
último grupo y se dirigió directo a Elian.
─ ¿Quiénes son tus dos mejores hombres?
El Sargento señaló a Clarent
y Rudyt.
─Está bien. Confió en tu criterio.
Seguidme los tres.
Los dos amigos estaban nerviosos, su sargento le había avisado que el
hijo de Retir quería una reunión con ellos. Cuando estuvieron a unos
cuatrocientos metros Alasthor se paró y sacó un mapa que colocó sobre el
césped. Se agachó y los otros lo imitaron.
─Vosotros, habéis
ascendido. Enhorabuena ─los dos amigos se miraron y sonrieron ─Sargento, usted
los ha elegido y los conoce mejor. Necesitó que uno mandé el cuerpo de bestias
pesadas y otro el de animales rápidos.
Elian estuvo unos segundos
reflexionando para luego responderle a Alasthor con convicción.
─Sin duda Clarent animales rápidos. Es
valiente y joven ─el otro se hinchó de orgullo─. Para la otra unidad Rudyt, es
el más cualificado tiene experiencia en combate y es un buen estratega
─Perfecto.
Bien, ahora escuchadme, es muy importante que nos sincronicemos. Vamos a
enfrentarnos a quinientos shinigamis al norte. Los comanda el hijo del General,
por lo que su formación de combate será clásica como cuadrado es su padre.
Nosotros pondremos a tu unidad Elian, en el lado izquierdo. Esa ala es la más
débil, debéis resistir como sea.
El sargento afirmó con
contundencia.
─ Estamos preparados.
─ Rudyt, irás al lado derecho y pisotearas
a sus bestias rápidas.
─No quedará uno vivo. Mi señor.
─El centro tú ─señalando a Clarent─.
Comandarás a animales rápidos. Esto va a ser complicado. Cuando sus animales
grandes lleguen debéis dejarlos pasar y en ese instante mandar a los vuestros
para que ataquen a sus amos. Haciendo así un caos. La formación se abrirá con
un pasillo. Lo has entendido.
─Sí, mi señor.
─Bien, que cada uno se presente en su
puesto. Vamos a un pueblo llamado Garsburgo ─y lo señaló con un palo en el
mapa.
El pequeño ejército se movilizó mientras Alasthor echó un vistazo por
última vez hacia al campamento y vio a los soldados que empezaban a partir
hacia la otra batalla.
─Adiós padre. Hasta siempre
─se despidió.
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