lunes, 15 de abril de 2013

JANTARO EN EL MUNDO DE LOS SHINIGAMIS CAP. 16 (segunda parte)


Segunda parte del capítulo 16. Una pelea entre dos mujeres bellas.

A las puertas del castillo del Señor de los shinigamis

Jantaro, Gatira, Vladimir y Retir llevaban varias horas escondidos en la espesura de un bosque que limitaba con el castillo.
     ─Explícamelo de nuevo. ¿Por qué estamos aquí y no allí dentro rescatando a Amelia? ─preguntó Jantaro señalando el castillo y dirigiéndose a Retir.  
     ─Porque hay patrullas en todo los alrededores. Es extraño pero esos soldados debían de haber sido llamados a filas con la inclusión de Jawet en este mundo. De todas formas debemos entrar por la noche. Los tres soldados de élite pertenecientes a la guardia personal del Señor de los Shinigamis nos están esperando para apresarte a ti y matarnos a los demás.
     ─ ¿Qué poderes tienen esos shinigamis? ─preguntó Vladimir.
Retir se dio la vuelta hacía el conde esperando al fin esa pregunta.
    ─Son muy peligrosos y despiadados. Dos hombres y una mujer. Ella se llama Lisandra y por favor no os dejéis engañar por su belleza. Es hija de un shinigami con una bruja. Por lo que combina el Ki de alma con el de la naturaleza. Convoca al espíritu de una Washady. Es decir, que tiene a su servicio a una dama de las tormentas. Es capaz de formar lluvia, tempestades de nieve y de arena. Es muy rápida con la espada y no suele realizar movimientos innecesarios. El jefe del grupo no es para mí el más poderoso, pero con él se rompe el mito de que los seres grandes son tontorrones. Es muy inteligente y tiene una gran experiencia en combate. Será difícil abatirle. Controla a un espíritu muy antiguo que está echó de piedra; su nombre es Rolscarder. Él toma sus propiedades de sí mismo igual que hago yo. Convirtiéndole en invulnerable a las armas, que conjuntado a sus dos metros de altura y a su musculoso cuerpo…
 Podéis imaginaros. Su nombre es Partus ─Gatira le interrumpió.
     ─Entonces el último es el más fuerte.
     ─Yo no diría que su poder fuera el más grande, pero a mi parecer sí.  Pienso que es el más peligroso de los tres. Es un shinigami que vivió en el inframundo­.
Vladimir se incorporó del suelo donde estaba sentado escuchando atentamente.
     ─Fearer.
     ─Sí, exactamente. ¿Le conoces?
     ─ He oído hablar de él. Hizo un pacto con el Señor del Inframundo hace varios siglos.
     ─ ¿Entonces es inmortal? ─preguntó Gatira.
     ─Pensé que los shinigamis eran seres mortales menos su señor ─entró en la conversación Jantaro. Vladimir se tocó el mentón y con cara pensativa les explicó.
     ─Él tiene a su servició al espíritu de un pequeño demonio llamado Kades. Éste se alimenta de los miedos de sus víctimas proporcionando energía a su shinigami. Lo que le da un tipo de inmortalidad mientras se pueda alimentar. El alma de Fearer está ya a estas alturas en la oscuridad más absoluta. Es una existencia eterna, aunque terrible.
     ─ ¿Exactamente qué hace? ─interrumpió Jantaro. Retir se adelantó y habló con un tono de voz que daba a entender que sentía cierto temor. Seguramente temía encontrárselo para no enfrentarse a sí mismo.
     ─Crea una ilusión que hace florecer tus miedos más profundos. Absorbiéndote tu alma poco a poco. Hasta que te consumes y mueres.
 Gatira sujetó el brazo de su amado con fuerza. Estaba claro que nadie quería encontrarse con ese shinigami. Pero había un último obstáculo antes de salvar a Amelia.
     ─Si nos enfrentamos al Señor de los Shinigamis. ¿Cómo le venceremos? ─preguntó Gatira.
Vladimir miró a la chica. Ya era hora de decirles un poco de la verdad.
     ─Con la espada que lleva en su funda Jantaro ─éste al oír a  Vladimir se miró al instante hacia su cinturón y la desenvainó─. Debéis atacarle los dos a la vez. Sólo la unión de un demonio y un descendiente directo del Señor de Larimar pueden extraer el auténtico poder de Ilander. Para ello deberéis fusionaros las almas ─dijo Retir.
     ─ ¿Tú sabías esto? ─le preguntó Gatira a Vladimir. Él afirmó agachando los ojos.
     ─Sabía que conocías la espada por tu reacción  en la mansión cuando se la entregó Jawet. ¿Por qué no me dijiste nada?
     ─Porque quizás no sea necesario y podamos salvar a Amelia sin necesidad de luchar contra él ─mintió a Gatira
     ─ ¿Cómo nos fusionaremos llegado el momento? ─preguntó Jantaro
Las manos de Vladimir le sudaban y volvía a tener la boca seca. No podía quitarse el malestar de estar ocultándole que seguía las órdenes del inframundo a la persona que más amaba del mundo.
     ─Si eso ocurriera deberemos de juntar nuestras manos y emitir la misma cantidad de Ki formando en nuestra mente la idea conjunta de un solo ser.
     ─ ¿Cuándo ibais a contárnoslo? ─le recriminó Jantaro.
     ─Como ya he dicho intentemos no encontrarnos con él y saquemos a la chica lo más rápido posible.
 Gatira observó el cielo, estaba oscuro y la noche ya había llegado. Retir también miró y dijo.
     ─ ¿Veis esa nube?, en unas horas tapará la luna y podremos movernos con más libertad.
Todos se quedaron callados esperando a que la luz fuera menor, aunque lo pensamientos de Gatira afloraban como las flores en primavera. No podía ver las gigantescas coincidencias que había alrededor de Vladimir y la espada. Se necesitaba un demonio para poder dominar totalmente el arma y surge él. Se necesitaba que cambiara de bando y ella, que siempre había estado en un palacio protegida, es mandada a una misión muy peligrosa en otra realidad. Casualmente ellos tienen una relación, sin contar que Jawet no puso ninguna objeción, ni hizo preguntas sobre Vladimir. Su cabeza daba vueltas mientras le miraba. Él ocultaba algo, en el tiempo en que se habían conocido ella había aprendido a saber cuándo él la mentía. Jantaro observó a los dos y se dio cuenta al instante que algo ocurría.
     ─Sabéis, yo no os lo he dicho antes, pero yo ya os había visto con anterioridad ─Vladimir y Gatira se señalaron a la vez.
     ─Sí, a los dos. Fue en el entrenamiento para sacar nuestro espíritu de lucha cuando bebimos unas lágrimas de un señor del bosque. Alasthor me dijo que con ellas se podía ver el futuro. En un lago, vuestras caras aparecieron sobre el agua. Estaba predestinado que los tres nos encontráramos por eso os acepté a mi lado sin hacer muchas preguntas. También pienso que de igual modo está escrito que salvaremos a Amelia y que todo al final acabará bien. Gatira se tranquilizó y sonrió a Jantaro. De repente Retir empezó a gritar.
     ─ ¡No, hermano! ¡Bastardooo! ─todos se sorprendieron sin hallar una respuesta lógica.
     ─ ¿Retir estás bien? ─preguntó Jantaro. Pero éste no escuchaba sus palabras y desapareció  al instante. 
Cada uno de ellos se quedaron en silencio, como si hubieran muerto. Los tres respiraron después de diez segundos y sólo se oyó el murmullo de la noche.
     ─ ¿Qué ha pasado? ─preguntó Gatira, que no sabía si reír o llorar por la reacción de Retir.
     ─Ha dicho algo de su hermano. Esto es increíble, se acaba de ir nuestro guía ─le contestó Jantaro.
     ─De todas formas algo ha debido de pasar. No es normal su reacción ─dijo Vladimir.
     ─Por supuesto que no y ahora, ¿qué hacemos?
     ─Continuar sin duda. Con o sin su ayuda ─confirmó Jantaro a la pregunta de Gatira.
     ─Tres cerditos se escaparon y una loba fue a buscarlos, uno a uno se lo fue devorando y muy contesta volvió ella cantando ─una voz de mujer se escuchaba en la noche.
     ─ ¿Qué demonios es esa horrible canción? ─dijo Gatira
     ─Uno a uno se lo fue devorando…-
     ─Poneos en guardia creo que nos han encontrado ─se incorporó Vladimir y miró hacia todos los lados. Lo mismo hizo Jantaro y Gatira.
     ─No podéis huir de mí. Tengo órdenes de separaros y me quedaré con la muchacha que me ha insultado.
Todo el cielo se llenó de arena súbitamente y les cubrió a los tres. Gatira y Vladimir se dieron las manos mientras Jantaro se sujetaba a un árbol.
     ─ ¡No os separéis!
Vladimir se aferraba a  su amada con todas sus fuerzas, pero algo tiraba de él y los dedos de ella se le resbalaban. Era como intentar atrapar el viento con unos palillos. Gatira estaba muy asustada. No se podía ver nada y ya no sentía el tacto de Vladimir. La arena la estaba cubriendo el cuerpo. No podía mover los brazos ni las piernas.
     ─ ¡Jantaro, Vladimir!, ¿dónde estáis? ─los buscaba con la voz desesperadamente y no hallaba respuesta.
     ─Jantaro, Vladimir. ¡Niña patética! ─se burlaba una chica morena vestida con el uniforme del ejército shinigami, pero con el águila bordada que la identificaba como una miembro de la guardia de su amo.
Gatira empezó a ver algunas sombras cuando la arena se retiraba, aunque ella todavía seguía presa sin poder hacer ningún movimiento. Una sonrisa surgió delante de su cara y pudo ver con más claridad sus facciones. Era realmente una mujer muy bella. Sin previo aviso ésta soltó su puño contra la cara desprotegida de Gatira.
     ─Ésta, por criticar mi canción ─Gatira tenía roto el labio Y escupió sangre en el suelo.
     ─Ésta, porque eres rubia ─otro directo impactó en su cara. Gatira ladeó la cabeza y una mirada de odio se formó.
     ─ ¡Oye asquerosa! ¿Qué te crees que es mi cabeza?
     ─ ¿Un juguete para practicar? ─la interrumpió con coquetería. Saltó en el aire  y una patada fue a impactar en la nariz de Gatira. El golpe sonó seco y durante un segundo notó que todo le daba vueltas.
     ─Me llamó Lisandra y soy una soldado de la guardia del Señor de los Shinigamis y tú, por orden suya, vas a morir. ¿A qué es divertido?
Gatira se sorprendió al notar que podía mover los dedos de su mano derecha dentro de su cárcel de arena. Se concentró y mandó su Ki para intentar liberarse, pero necesitaba un poco de tiempo.
     ─ ¡Oye, Lissy! ¿Te puedo hacer una pregunta?
La otra la miró interesada.
     ─Pregunta. Aunque me llamo Lisandra
     ─Sí, sí; como sea. Lissy, ¿en tu familia hay antecedentes de sadomasoquistas o también te gusta recibir? ─ésta se puso roja e iba con todas sus fuerzas a darle otro derechazo cuando Gatira liberó su mano y la atrapó en el aire. La cara de sorpresa cambió a miedo en sus ojos cuando Gatira la atrajo hacia ella y la dio un cabezazo. Lisandra cayó al suelo con la frente sangrando y Gatira aprovechó para liberarse con su mano libre.
La otra yacía en el suelo y corriendo, Gatira le dio  una patada en las costillas que levantó su cuerpo unos centímetros del suelo. Iba a repetirlo por segunda vez, pero Lisandra rodó hacia ella y con sus piernas la atrapó arrojando a Gatira al suelo. Las dos se levantaron con esfuerzo.
     ─Ya veo que eso de recibir no lo llevas bien. Lissy.
     ─Te he dicho, ¡Qué no me llames así!
     ─Impídemelo. 
Las dos se dirigieron la una contra la otra sin armas. Gatira paró dos puñetazos con su guardia mientras al tercero se agachó y lo esquivó contraatacando con un gancho. Lisandra se apartó mientras rozaba su mentón. Dio un salto hacia atrás mientras que sus piernas impactaban en el cuerpo de Gatira y sus manos en el suelo la impulsaban para volver a la verticalidad. Gatira no se dio por vencida y soltó  una patada baja sobre su pierna de apoyo. La otra perdió el equilibrio y mientras caía al suelo  preparó una patada frontal, pero Lisandra la bloqueó poniendo sus brazos en equis. Se levantó de un salto y jadeando dijo.
     ─No peleas mal, rubia.
     ─Tú tampoco lo haces mal. Lissy.
     ─Pero esto se acaba aquí. No puedes competir contra mis poderes.
     ─Eso lo veremos.
Lisandra se transformó en shinigami y un pequeño instrumento parecido a una armónica surgió. Lo tocó y de la nada apareció una mujer con el pelo rojo, vestida de negro. Tenía la piel blanca como el marfil y los ojos verdes tan profundos que los sabios estarían toda su vida mirándolos y no podrían desentrañar sus secretos. Gatira no sacó su espada sólo tenía una oportunidad para utilizarla. Debía esperar el momento.
     ─ ¡Agua, lluvia y relámpago! ─dijo Lisandra mientras miraba a la mujer del pelo rojo.
El agua cayó encima de Gatira no dejándola casi ver. Sintió algo extraño y dio un salto instintivo a la derecha. Un rayo la pasó rozando.
     ─ ¡Ja, ja, ja! ¡Baila para mí!
Gatira los esquivaba como podía, aunque inteligentemente se acercaba a su enemiga, que no se percataba y se reía como una loca. Cuando estuvo a unos metros sacó su espada y el tiempo se ralentizó. Fue directa con su arma a su cuello, pero un viento huracanado la lanzó unos metros hacia atrás. Delante de ella, la mujer pelirroja se le acercaba y con una mano la ayudó a levantarse.
     ─No puedo permitir que le hagas daño. No te quiero hacer nada ─dijo dándose la vuelta. Después se dirigió a Lisandra mientras ésta empezaba a invocar una tormenta de nieve.
     ─ ¡Lisandra, ya basta! Deja de jugar, las dos sois inmortales. Esto sólo se puede decidir en el antiguo arte de un combate a espada. 
     ─ ¡Pero mamá! ¡Tengo órdenes!
     ─No digas tonterías, tú has leído su corazón igual que yo, nunca pretendiste matarla. Sólo querías dejarla inconsciente.
Gatira observaba a las dos mujeres discutir y se dio cuenta de que si Lisandra hubiera querido su cabeza ya estaría rodando en el suelo.
     ─Aceptó el duelo ─Gatira se agachó haciendo una reverencia y con su muñeca realizó un giro de 180 grados.
Lisandra volvió a su forma humana, la sonrió y la imitó
     ─ ¡Adelante! ─dio la señal la mujer pelirroja. Las dos mujeres se observan mientras se movían en círculos. 
     ─Parece que no eres tan mala Lissy
Las dos espadas se cruzaron. Gatira bloqueó tres estocadas seguidas en diferentes ritmos. Su defensa aunque muy buena estaba teniendo problemas para leer a su oponente. Necesitaba separarse más. Dio un paso hacia ella y se dio la vuelta con un movimiento de sus piernas. Lisandra saltó hacia atrás y Gatira aprovechó para lanzar una estocada limpia que no dio en su objetivo por muy poco.
     ─Buen movimiento rubia, pero ya estás cansada y tu cuerpo se mueve más lentamente.
Atacó sin esperar respuesta. Desde arriba y hacia abajo. Gatira se defendía como podía. Mirando hacia atrás vio que se dirigía a un árbol. Eso la dio una idea. Lisandra ganaba terreno y vio como Gatira estaba arrinconada.
     ─Ya está, muerde el polvo.
Una estocada se acercaba a su cara cuando Gatira se movió a la derecha como un rayo y la espada de su enemiga se clavó en la madera. Lisandra intentó sacarla, pero en esos segundo Gatira con el mango la dio un fuerte golpe en la cabeza que la dejó inconsciente en el suelo.
La mujer de pelo rojo se acercó a Lisandra en el suelo y la acarició la frente para después dirigirse  hacia Gatira.
     ─ ¿Sabes? Te preguntarás por qué te ha atacado mi hija.
     ─Sí; no parece mala. Aunque su derechazo no tiene desperdicio ─y se tocó la mandíbula con gesto dolorido.
     ─Lissy. Me ha gustado ese nombre. Pasó mucho tiempo en las tinieblas cuando nos perdió a nosotros sus padres. Ahora sólo intenta sobrevivir, aunque os ha ayudado. Mando con su arena a uno de los chicos al palacio y al más poderoso de los tres a luchar contra Partus. Su comandante. Esperemos que le coja por sorpresa
     ─Le doy las gracias. ¿Cuidará usted de ella? Yo debo partir a buscar a mis amigos.
     ─Sí, por supuesto. Yo soy  una Washadi. Es la forma en que algunos brujos buenos se transforman cuando les retiran su inmortalidad y tienen asuntos pendientes.
En mi caso es mi hija y como tal no estoy sujeta a las leyes de los shinigamis. Puedo aparecer libremente sin ser invocada y no necesito un sello para irme. No te preocupes nadie la atacará. Tú ve a salvar a tus compañeros.
Gatira se fue corriendo en dirección al palacio.

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