Como cada Lunes, nueva entrega de Jantaro en el mundo
de lo Shinigamis. Capítulo 13 y Alasthor se une al grupo salvando a Gatira,
mientras Jantaro y Amelia sacan su verdadero potencial de combate. El próximo jueves subiré el siguiente
capítulo aunque sea fiesta.
Sin más preámbulos,
disfrutad con la lectura.
INVOCARME TENDRÁ SUS CONSECUENCIAS
─Aquí es
donde finalizará vuestro adiestramiento ─les indicó Jawet mientras
señalaba con la mano una sala sin
muebles, amplía, con una altura gigantesca del techo al suelo, que se
encontraba en el sótano del palacio.
Jantaro, Amelia, Gatira y
Alasthor pasaron a su interior. Los dos muchachos se situaron en el centro de
la habitación mientras Gatira se quedaba en una esquina observándolos, de
repente Alasthor le tiró algo a Jantaro, éste lo cogió instintivamente y vio
que era el bastón de su maestro.
─ ¿No me
dijiste que lo tenía el Señor de los Shinigamis?
Jawet, sin inmutarse le respondió con autoridad.
─Pensamos que
era mejor que creyeras que lo tenía él. Así no lo buscarías y podías
concentrarte al cien por cien en tu entrenamiento.
La expresión de Jantaro era
de indignación. No podía creer que le hubieran engañado tan fácilmente.
─Me mentisteis para utilizarme. Estoy
cansado de vosotros, no sé qué hago en esta casa escuchándoos. Sois unos
mentirosos, me habéis manipulado.
Jawet le miró como a un
niño malcriado al que tuviera que regañar por una rabieta.
─ ¿Sabes lo que nos estamos jugando? ¿Eres consciente de lo peligros que mi hijo y
yo estamos pasando por tu culpa? Los demonios nos quieren asesinar, el Señor de
los Shinigamis que odia a nuestra familia pretende destruirnos y tú te encaras
con nosotros por hacer lo que creíamos
mejor en ese momento.
Jantaro escuchó las
palabras de Jawet, no podía creer lo que
estaba escuchando. Alzando la voz le contestó con rotundidad.
─ ¡Cínico! Es usted el ser más cínico que
he conocido en mi vida. Se atreve a echarme a mí la culpa de lo que está
sucediendo, todo esto lo hace por usted y no por un gesto altruista hacia mi
persona.
Alasthor vio a donde
llevaba toda esta discusión y se decidió a intervenir.
─ ¡Padre, Jantaro, basta los dos! Escúchame
muchacho, yo estuve de acuerdo con él en el tema del bastón. Ahora, con tus poderes de shinigami
podrás alcanzar altas cotas de poder. No es momento de discutir.
Jantaro escuchó sus
palabras y terminó tranquilizándose, pero sin quitarles los ojos de encima a
ambos.
Amelia le agarró la mano y
la apretó con cariño.
─Vamos a entrenar. Mi padre lleva razón;
no es el momento de discutir.
Jantaro afirmó con la
cabeza y se separó de ella soltando su mano y convirtiéndose en un shinigami.
Alasthor se dispuso a darle
las instrucciones de cómo aumentar sus poderes
─Ahora
no intentes crear tu instrumento de la nada sino que redirige tu energía al
bastón mientras creas en tu mente el dibujo de una flauta.
Él se preparó para seguir
las directrices que Alasthor le había dado. Poco a poco, el bastón fue
cambiando paulatinamente de forma convirtiéndose en una flauta dorada de metal.
─Por todos
los dioses ¡es preciosa! ─dijo Amelia asombrada.
─Vamos a ver
si es igual de poderosa ─saltó Jawet con malicia.
Jantaro hizo caso omiso de las palabras del abuelo.
Estaba observando con interés su nuevo instrumento. Le dio la vuelta varias
veces para verlo mejor, hasta que al cabo de unos minutos se decidió a tocarlo.
Se concentró como solía hacerlo siempre que invocaba a un espíritu de viento, al
instante una energía de color verde le cubrió de pies a cabeza, a su lado un
torbellino huracanado se fue formando. Todos estaban mirando expectantes cual
sería el resultado de su invocación, pero al cabo de unos minutos nada había
surgido. La cara de decepción estaba en todos los presentes. Jawet fue el
primero que sonrió y soltó una sonora carcajada. Jantaro se sintió decepcionado
pero en cierta forma también un poco aliviado, desde que había invocado a aquel ser en el pueblo
de Amelia su temor de que aquella criatura diabólica volviera a surgir hacía temblar su corazón.
─No debes
temer nada mi joven amo.
Una voz salió de la nada, todos
los presentes se pusieron en guardia observando una y otra vez la habitación,
buscando al causante de aquellas palabras, sin hallar al dueño.
─Me llamo
Geret y soy un espíritu divino…
─ ¡Muéstrate!
¡Te lo ordeno! ─gritó Jawet con autoridad interrumpiéndole.
─Ya entiendo
porque a mi Señor no le gustas. No sabes estar callado cuando otros hablan, debes
conocer cuál es tu lugar.
Un rayo salió del vacío golpeándole el trasero al abuelo
y tirándolo al suelo. Todos en la sala se asustaron y dieron un paso hacia
atrás. Mientras tanto, Jawet aullaba de dolor. Alashtor, viendo como ardía el
pantalón de su padre se acercó a ayudarlo.
─Como iba
diciendo, y ya sin interrupciones, me llamo Geret y soy el hermano del demonio
que invocaste en el pasado. Ahora voy a mostrarme, no quiero que te sobresaltes.
Al instante surgió un ser
encorvado con la cara llena de arrugas ensangrentadas, vello hirsuto en los
lugares más insospechados de su cuerpo, tres cuernos parecidos a los de las
cabras y poderosas cuchillas en las manos. Vestía una tela blanca que le cubría
parcialmente el cuerpo.
─Es el Yuri.
El espíritu demonio de mi pueblo ─se apresuró a decir Amelia de inmediato.
Jantaro estaba
aterrorizado, su cara cambió de color, sin embargo algo extraño pasaba.
Recordaba los ojos de aquel ser y estos que tenía delante no se parecían en
nada, eran pacíficos, al contrario que los otros que buscaban sangre en su
mirada. Alzó una mano y gritando dijo.
─ ¡Parad
todos, éste no es el mismo!
Gatira se detuvo en el
mismo instante en que sacaba su espada de la funda. Alasthor y Amelia ya se
habían transformado en shinigamis.
─ ¿Quiénes
eres tú exactamente? ─preguntó Jantaro.
─Como ya te
he dicho, soy el hermano de Yuri. Mi hermano me habló de ti. La verdad es que
está esperando a que vuelvas a perder el control de tus emociones para
asesinarte y así ser libre. Él está preso en una dimensión castigado por sus
horrendos actos. Yo soy al único al que se le permite viajar allí, fui a
visitarle ayer. Estaba muy contento, le diste unas presas muy jugosas para
jugar.
Geret recorrió de un lado al otro la habitación
reteniendo las caras de los que allí estaban presentes
─Un singular
grupo es lo que tenemos aquí. Tres shinigamis, uno de ellos mitad humano, y dos
inmortales. Creó que me voy a divertir. Si te preguntas cuales son mis poderes
viejo, y si pueden ayudarte en tu causa, eso dependerá de mi joven amo ─dijo
mirando directamente a Jawet a los ojos.
Éste apartó su mirada de Geret mientras se tocaba instintivamente en la herida
infligida por el espíritu.
─ ¿Depende de
mí? ─preguntó Jantaro.
─Sí. Tú
eliges cual será mi batalla. Mis poderes son los mismos que los de mi hermano
con algunos propios como la invisibilidad que antes viste. Aunque debo
advertirte, invocarme tiene sus consecuencias.
Amelia intervino
preocupada.
─ ¿Qué tipo
de consecuencias?
Geret se fijó en ella y vio
un fuerte poder latente en su interior. Irradiaba fuego. También observó la
unión que había entre ella y Jantaro.
─No te
preocupes, sólo que es necesario una gran cantidad de energía para invocarme.
Sólo debes llamarme, muchacho, si estás en peligro de muerte, pues en tu estado
actual no podrás utilizar tus poderes
durante algunas horas. O aumentas tu fuerza o así están las cosas. Ves, ya está
disminuyendo nuestra unión. Tú te sientes cansado y a mí me cuesta cada vez más
mantenerme aquí ─Jantaro asintió con la cabeza jadeando─. Debes de sellarme
ya. Creo que para ser nuestra primera vez ha estado bastante bien ─sonrió
Jantaro miró a todos y
Alasthor se lo confirmó. Entonces cogió su flauta y se concentró, unas notas
salieron del instrumento haciendo desaparecer a Geret.
─Adiós joven
amo, nos veremos pronto ─se despidió.
Jantaro volvió al instante
a su forma humana y se derrumbó en el suelo junto al bastón, que volvió a su
forma original. Amelia corrió hacia él y le sujetó el brazo.
─ ¿Estás
bien?
─Sí. Sólo que
estoy muy cansado
Entre Amelia y su padre le ayudaron a apoyarse en una pared.
─Ahora
descansa muchacho, te lo has ganado ─y mirando a Amelia la dijo─. Es tu turno hija.
Es hora de que evoluciones en tu forma de invocar.
Amelia le dio un beso en la
mejilla a Jantaro y él le apretó su mano de shinigami con fuerza dándola
ánimos. Ella mirándole todavía con
preocupación se dirigió al centro de la
sala.
─Debes de concentrar
todo tu poder tanto en la llamada de tu instrumento como en la de tu espíritu ─le
dijo Alasthor.
Amelia vació su mente y
visualizó su Ki como Jantaro le había enseñado. Lo utilizó casi todo, esforzándose
mientras una campana aparecía en sus manos. Su cuerpo estaba cubierto en
llamas. El resto de los que estaban en la habitación la miraban sorprendidos
mientras retrocedían a donde se encontraba el muchacho sentado recuperándose.
Amelia tocó el instrumento y tres criaturas surgieron de la nada. La invocación
había sido un éxito. El gato, la serpiente y el niño estaban allí plantados,
delante de todos. Amelia, exhausta, seguía todavía trasformada y la campana aún
estaba en sus manos.
─Enhorabuena
chica, has conseguido materializarnos a los tres ─sonrió la serpiente.
─Ya estaba
harto de ser el único que venía a esta realidad, aunque creó que me he
chamuscado un poco el pelo.
─Cállate gato
quejica. Amelia lo ha hecho muy bien, aunque todavía falta algo, debes de
llamar a nuestra forma original, a la unión de nosotros tres, el Haborym ─dijo
el niño.
Amelia estaba
desconcertada, no le quedaba casi energía aun así se atrevió a preguntar.
─ ¿Cómo puedo
hacerlo?
La serpiente de nombre Ha
se deslizó por el suelo hacía ella. Era marrón y blanca y se paró en seco a los
pies de Amelia. Con una voz femenina y muy suave la explicó.
─Debes ahora
hacer un esfuerzo más. Lo que queremos que hagas es como una doble invocación.
Usa el mismo procedimiento para
llamarnos que utilizas siempre, pero recuerda esto, es muy importante que te
queden energías para devolvernos al otro plano. Sería peligroso para todos que
no pudieras sellarnos después.
Ryn, el niño, se adelantó unos pasos y se agregó a la
explicación.
─Lo bueno
Amelia, es que éste procedimiento solo lo tendrás que hacer una vez. No será necesario repetirlo, pues la próxima
vez que nos invoques nosotros mismos seremos capaces de convertirnos en nuestra
forma original a placer.
Gatira, que había estado
callada todo el tiempo no pudo más que intervenir.
─ ¿No sería
mejor que lo intentaras en otra ocasión, Amelia? Si en verdad como dice la serpiente
es peligroso para todos, ¿no sería más prudente realizar la doble invocación
cuando seas más fuerte?
─No tenemos mucho tiempo. Unos demonios
nos persiguen y estoy seguro de que el Señor de los Shinigamis trama algo ─dijo
Jawet
─Esta discusión no nos llevará a ningún
lado. ¿Tú qué tal te encuentras hija?, ¿te ves con fuerzas? ─Amelia miró a su
padre y sorprendida vio que poco a poco empezaba a quererle. Él se preocupaba
por ella y un sentimiento de cercanía empezaba a crecer. Con fuerzas renovadas,
ella quería ser útil a los demás y deseaba ante todo proteger a Jantaro y a su
madre.
─Voy a intentarlo. Creo que puedo.
─Creo, creo... Ya estamos con dudas y
todavía no has empezado niña ─dijo Bo.
Amelia sonrió al gato y se acercó a acariciarlo, éste no hizo ningún ademán de
moverse.
─Llevas razón, lo haré.
─Así se habla ─dijo mientras ronroneaba de placer por las caricias de
ella. Amelia cerró los ojos y buscó su Ki interior. No podía utilizarlo todo,
así que intentó algo, con el riesgo de no saber si le saldría bien o mal.
Encerró parte en una esfera y dejó un poco reservado en la otra para devolver a
los tres a su realidad. Su cuerpo volvió a
cubrirse de llamas y agitando la
campana, ésta sonó. Al instante Ha, Bo y Rym empezaron a unirse en un solo
cuerpo. Un ser gigantesco surgió allí donde antes estaban los tres. Era de
color blanco con manchas marrones, de cuatro patas, de la altura de un elefante
y con una cola ancha como la de un gran saurio, tenía tres cabezas, la del
niño, el gato y por supuesto, la serpiente.
─Hemos vuelto hermanos ─dijo Ha.
─Estamos en el buen camino. No habrá quien
nos paré está vez ─dijo Rym
Bo acercó su cabeza de gato a
la altura de Amelia y le guiño un ojo.
Amelia le tocó con suavidad. Nadie se
movía de su sitio, estaban todos sorprendidos y aterrados a la vez de aquella
bestia que estaba frente a ellos.
─Debes de deshacer la invocación.
Confiamos en ti Amelia ─dijo Ha.
Ella no sabía si lo que había
guardado de Ki sería suficiente. Su rostro se cruzó con el de Jantaro y supo al
instante que lo iba a conseguir, por
nada del mundo le pondría a él en peligro. Buscó más energía entre recónditos
lugares de su alma y la juntó con la que tenía reservada. Unas llamas rojas
salieron de su campana cubriendo al Haborym. Éste desapareció de la vista de
todos enviándolo a su realidad, Amelia cayó al suelo inconsciente, medio
desnuda. Gatira, rápidamente se quitó su capa y la envolvió con ella. Todos
respiraron cuando se acercaron a su cuerpo y vieron que todavía estaba viva. Jantaro estaba a su
lado y su cara reflejaba una gran preocupación.
─ ¿Amelia me oyes? ¿Estás bien? ─pero no
halló respuesta alguna.
─Déjala descansar, sólo ha perdido la
consciencia por el esfuerzo, no te preocupes pronto se despertará ─dijo
Alasthor mientras tocaba el brazo de Jantaro en señal de cariño y comprensión
De repente un sonido ensordecedor se
propagó por toda la habitación.
─Viene de fuera ─dijo Gatira.
─Han dado la alerta. Alguien ha traspasado
las barreras espirituales que pusimos. Alasthor ¡ven conmigo!, los demás
quedaos aquí mientras voy a investigar ─ordenó
Jawet con presteza.
Gatira se temía lo peor, que
fuera Vladimir el que estaba atacando.
─Voy con vosotros ─dijo sin pensar.
─ ¡No! Debéis quedaros todos en esta
habitación. Jantaro está muy cansado y Amelia está inconsciente, estaréis a
salvo. No es tan fácil entrar en la sala.
Sin esperar respuesta de
Gatira, Alasthor ya se había trasportado, siguiéndole unos segundos después su
padre.
Cuando se materializaron en
el jardín ya estaban transformados en shinigamis y el espectáculo que vieron
les sorprendió. Seis demonios luchaban codo con codo contra los sirvientes que
también habían vuelto a su forma original. Las llamas que utilizaban los
demonios arrasaban los jardines y algunos cuerpos de shinigamis estaban
calcinados en el suelo. Alasthor se movió hacia uno de ellos. Éste luchaba con
una espada contra el espíritu de un tigre que había sido invocado por uno de
los criados. En la mano de Alasthor
surgió su caja de música, y a su lado se materializó un dragón de color rojo, su
fuego calcinó hasta los huesos al demonio. Los otros vieron que uno de sus
compañeros había caído y se dirigieron en grupo hacia Alasthor, pero una jauría
de lobos se interpuso en su camino haciéndoles retroceder. Los demonios estaban
rodeados y se defendían con sus armas de las dentelladas de los espíritus
animales de Jawet.
Mientras la pelea del
exterior llegaba a su apogeo en la habitación, Gatira andaba de derecha a
izquierda, inquieta. Mientras tanto, el chico observaba la cara de Amelia
mientras dormía. Al fin levantó los ojos y habló a Gatira.
─No haces
nada preocupándote, no creo que sea Vladimir.
─Claro que no es ese demonio cobarde. Ya he esperado
demasiado tiempo a que se moviese. Vas a morir chico y te aseguro que vas a
sufrir.
Enfrente de ellos apareció un demonio negro, de casi dos
metros de altura que enseñando sus dientes movió su mano con rapidez. Jantaro
se agachó y notó la vibración del aire encima de su cabeza. El demonio se paró
unos segundos y rápidamente, el chico miró a Gatira que tenía su espada
desenfundada. Había parado el tiempo en el momento preciso en que era atacado.
Un sonido seco resonó detrás de él y vio como la pared se empezaba a desplomar,
Gatira volvió agitar su
espada para volver a parar el tiempo, pero el ser del inframundo sonreía enfrente
de ella.
─Estúpida, yo
soy un demonio de alto nivel, tus técnicas pueriles no pueden afectarme una
segunda vez ─y la dio un manotazo que la mandó contra el suelo. Jantaro cogió
su bastón y se lanzó contra él.
Éste le vio y le
volvió a lanzar sus cuchillas, Jantaro se agachó mientras pasaban rozando su
cabeza y con la punta de su cayado le golpeó. Ni un milímetro se movió el
cuerpo de aquella mole. El demonio cogió el bastón y lo lanzó a un lado, y con
él al chico, que recibió un golpe en la cabeza mientras caía. Garot
extrañamente no se dirigió hacia el muchacho que estaba al otro lado de la sala
magullado. Miró a Gatira que ya se incorporaba con la cara amoratada por el
golpe y le clavó las uñas en el corazón. Después las sacó del pecho sangrando y
con un gesto rápido de su mano la cortó la cabeza.
─ ¡Nooooooo! ─gritó
desesperadamente Jantaro mientras el cuerpo sin vida de su amiga caía al suelo.
En ese instante Garot comenzó a reírse y alzando la voz dijo.
─Vamos Astel,
si te estoy oliendo. ¿Crees que no puedo distinguir una de tus ilusiones? ¡Sal
y enfréntate a mí!
Delante de él surgió una
neblina que se fue disipando hasta que se pudo distinguir a Vladimir agarrando a Gatira, que se mantenía
en pie a duras penas.
─Vamos
cobarde, te estoy esperando. Has traicionado las órdenes del Señor del
Inframundo. Yo seré su mano castigadora.
Una energía negra se fue
acumulando en su cuerpo, era visible y se formó como una capa, rodeándole.
Vladimir soltó a Gatira y la miró a los ojos.
─Aléjate un
poco mi amor. No consentiré que está basura te haga ningún daño ─y separándose
de ella cuatro copias iguales aparecieron.
─Más
estúpidas ilusiones. Te he dicho que puedo olerte.
─No eres más
que un perro, Garot. Huele esto si puedes.
Detrás del demonio negro
surgió Vladimir con su espada. Con toda su fuerza ejecutó un mandoble contra su
enemigo, pero éste ni se inmuto. La energía negra que desprendía su cuerpo le protegió
y cobró vida formando una lanza que atravesó el cuerpo de Astel que al instante
desapareció. Garot ni se molestó en darse la vuelta y lanzó sendas ráfagas de
sus cuchillas invisibles a las restantes copias. Una a una, ellas fueron
alcanzadas y volatilizadas en el aire. Garot observó la habitación y la
encontró vacía. Vladimir había aprovechado la distracción que habían creado sus clones para huir con Jantaro, Gatira y
Amelia. Cuando éste se dio cuenta sonrió y pensó.
Ya está hecho. Es hora
de informar al Señor del Inframundo que el plan original ya está en marcha.
Los cuatro aparecieron en
el jardín donde todavía la batalla continuaba.
Los espíritus de Arasthol y
Jawet se debatían en una lucha frenética contra los dos últimos seres del
inframundo que quedaban. Sólo tres criados se mantenían en pie, aunque
demasiado débiles para ser de alguna ayuda.
Las
fauces de un lobo sujetaban el brazo de uno de los demonios mientras que él,
con la extremidad que le quedaba libre intentaba defenderse con llamaradas de
fuego. Mientras, el dragón de Alashtor se enroscó en el cuerpo del otro. Los
demonios vieron al grupo de cuatro que acababa de surgir y se miraron, se
hicieron una señal y desaparecieron de los terrenos de la casa.
Alasthor corrió junto a su
padre que ya había vuelto a su estado humano.
─ ¿Estás bien
padre? ─preguntó con preocupación.
─Es solo un
arañazo. Menos mal que acudiste a ayudarme cuando ese demonio me atacó por
detrás. ¿Y tú?
─Yo también
me encuentro bien ─y mirando a los recién llegados deshizo su estado de
shinigami y se acercó a ellos. Gatira estaba apoyada en Vladimir y Jantaro
estaba sentado con la cabeza de Amelia entre sus piernas. Ésta abrió los ojos y
vio donde estaban.
─ ¿Qué ha
ocurrido? ¿Por qué ya no estamos en la sala?
Jantaro sonrío con ganas, desinhibidamente,
ya tranquilo porque veía que por fin todos estaban bien.
─Mi amor, te
has perdido una batalla. Esto cuenta como deserción en tiempos de guerra, en el
lugar donde me críe eso se castiga con un beso ─y la abrazó con ternura. Amelia no entendía nada y sintió los labios
de Jantaro en su boca. Durante unos segundos su cuerpo encontró la paz. Todos
estaban ya reunidos entornó a Amelia cuando Gatira se adelantó y presentó a
Vladimir mientras le señalaba.
─Éste es un
noble de mi realidad, nos ha salvado de un demonio de color negro que nos atacó
en la sala de entrenamiento. Se llama Vladimir.
Alasthor fue el primero que
alzó su mano para estrechársela y con palabras sinceras dijo.
─Gracias por
salvar a mi hija.
Vladimir asintió con la
cabeza y Gatira sintió un orgullo desmedido, ya que su amado había hecho lo
correcto, incluso enfrentándose a los designios del todopoderoso Señor del
Inframundo.
─Está claro
que el ataque en el jardín fue un plan ideado para separar nuestras fuerzas.
Muy calculado, devastador.
Jawet miró los cuerpos sin vida de aquellos que una vez
fueron sus criados y otros que estaban siendo llevados al interior de la casa
por unos hombres en camilla.
Amelia presurosa intentó incorporarse, cuando Jantaro la
detuvo.
─ Aun estás
muy débil, debes descansar
─Déjame Less.
Tengo que ver dónde está mi madre.
─Esther está
bien. Siento su energía en su habitación ─dijo Alasthor con un tono de voz
pausado para tranquilizarla. Amelia suspiró de alivio y dejó que Jantaro la
cogiera en brazos.
─Volvamos a
la casa. Allí veremos nuestras opciones, recordad que Garot sigue vivo. No creo
que venga ahora, debe de estar lamiéndose sus heridas, pero tened por seguro
que regresará ─dijo Vladimir mientras apoyaba la cara magullada de Gatira sobre
su pecho.
─Sí, volved
al interior. Yo debo ocuparme de todo aquí afuera.
Jawet, seguido de Alasthor
fueron derechos a uno de los criados que recogía a los heridos y se pusieron a
dar instrucciones. Los demás se dirigieron a la mansión. Dentro, Esther
esperaba en su habitación. Estaba muy asustada, pero no se había movido de allí
tal y como su antiguo marido le había ordenado. Cuando oyó las voces de estos,
salió por la puerta y corrió hacia ellas. Su hija estaba sentada en una silla
con la cara pálida y parecía herida, Jantaro la vio rápidamente e intentó
explicarle la situación, pero ella llamaba
a su hija sin escucharle.
─Estoy bien
mamá, solo es cansancio, mañana cuando descanse ya estaré mejor.
Esther miró a los presentes y se encontró con la cara de
Vladimir, un joven que nunca había visto antes. Durante unos segundos recorrió
sus facciones para luego apartar rápidamente sus ojos de él para volver a los
de Amelia.
─Luego me
explicáis lo que ha ocurrido. Vamos Less, cógela y la llevaremos a su cama.
─ ¡Si estoy
bien!
─No quiero oír
ni una queja. Arriba con ella y sígueme.
Jantaro obedeció al
instante y sumisamente fue tras ellas por la escalera.
Vladimir y Gatira se
quedaron solos.
─ ¿Te
encuentras bien? ─preguntó él.
─Ahora sí que
te tengo a mi lado. Estaba muy asustada y me tenías muy preocupada desde
nuestra última conversación en el jardín.
─No podía
consentir que te hicieran ningún daño. Debes saber que esto no ha hecho más que
empezar, ahora Garot regresará con más fuerza.
Se quedó unos instantes en
silencio pensando y cogió la mano de Gatira con fuerza, sintiendo su tacto.
Cambió su tono de voz y con ansia como el ciego que ve un rayo de luz en su
eterna oscuridad la dijo.
─ ¡Vámonos!
Huyamos tú y yo de todo. Podemos buscar una realidad donde nadie nos encuentre
y podamos vivir en paz.
Gatira le escuchó y durante unos segundos se vio libre
de ataduras y compromisos. Los dos solos, amándose para siempre, pero no podía
olvidar que ella tenía un deber con el señor de Larimar. No podía dejar a
Jantaro a su suerte ahora que los peligros se habían multiplicado.
Se acercó a Vladimir y él
leyó una negativa en su cara. Sabía que ella no iba a dejar atrás sus
obligaciones, pero se estaban adentrado en una situación tan crítica que por un
instante lo hubiera abandonado todo. Se serenó, la sonrió como solo él sabía
hacerlo y Gatira se lo agradeció de todo corazón.
─Si nos vamos
a quedar aquí debemos movernos. En este castillo nos van a destruir como a
cucarachas. Deberemos ir a otra realidad y reagruparnos.
─Eso es
imposible, Jawet nos dijo que Jantaro tenía un sello puesto por el Señor de los
Shinigamis que le hacía imposible saltar a otra dimensión.
Vladimir no tenía respuesta
para eso. Era un dato que desconocía. Él sabía que luchar en este momento era
una locura. Jantaro y Amelia estaban muy débiles y sin un plan efectivo era una muerte segura.
Gatira seguiría con su misión pasara lo que pasara y esto podría acabar en
desastre. No podía permitirlo. Hacía mucho tiempo que había perdido el control
de la situación. Reflexionó con frialdad,
debía ir a paso a paso. Pasaron unos minutos de silencio, Gatira ya iba
a decir algo cuando él se le adelantó.
─Tenemos que
celebrar una reunión con todos. Debemos ir a algún lugar seguro en este mundo
donde le sea difícil a Garot y al Señor de los Shinigamis encontrarnos.
Gatira estaba de acuerdo y
acercándose a él, sin pensárselo, junto sus labios en un apasionado beso.
……………
Jawet y Alasthor estaban
afuera. El abuelo se acercó a uno de sus criados muertos y le dio una patada al
cadáver con desprecio. Un sentimiento de repugnancia surgió en su hijo.
─ ¿Por qué has hecho eso, padre? Ese
shinigami ha muerto defendiéndote.
Él no se dignó a mirar a su hijo y con una voz
autoritaria le respondió.
─No me
interesan los débiles, ni aquellos que mueren inútilmente en la primera
refriega que hay. Tienes que aprender muchas cosas todavía hijo mío. Si quieres
algún día regir este mundo conmigo deberás aprender que la compasión es una
debilidad. Ya manchaste el honor de la familia una vez, no me avergüences de
nuevo poniendo tus sentimientos por
delante de tu deber ─Alasthor bajó la cabeza con sumisión y Jawet continuó
hablando─. Dejemos eso por ahora. Astel ya se nos ha unido tal y como pronosticó el Señor de Larimar.
Las tropas están esperando mi señal, pronto nos reuniremos con ellos y
tomaremos lo que un día se nos robó.
Alasthor siguió a su padre
mientras éste, riendo por dentro pensaba en lo cerca que estaba de saborear el
poder.
……………
Jantaro había tumbado a
Amelia en su cama y ella le miraba a él y a su madre sabiéndose segura rodeada
de los que la amaban. El primero en hablar fue Jantaro que les narró a ambas lo
ocurrido en la sala de entrenamiento y como Vladimir, que era en verdad medio
demonio les había salvado la vida. Les contó la
historia de ambos, tal y como se lo había confesado Gatira en su
habitación. Amelia consternada preguntó:
─ ¿Por qué no
me lo contaste antes?
─Era un secreto entre Gatira y yo. Estaba desolada
después de su encuentro en el Jardín.
─Y tú claro,
la consolaste ─dijo Amelia dándose la vuelta en la cama y dándole la espalda.
Éste se quedó petrificado con la reacción de ella. Durante un momento reino en
la sala el silencio y en ese momento Jantaro explotó.
─ ¿Eres tonta,
o qué?, ¿de verdad piensas lo que dices?
Amelia volvió a mirarle roja de rabia.
─A mí no
vuelvas a llamarme idiota, ¿entiendes?
─Te he
llamado tonta y por los dioses que lo eres. Yo estoy enamorado de ti y esos
celos son infundados. No has podido tragar a Gatira desde que llegó.
─Eso es
mentira. Tú ha sido el que no le ha quitado ojo.
Esther intentó calmar la
situación.
─Vamos chicos,
esta discusión no tiene sentido.
─Lleva usted
razón, esto no tiene sentido. Dejemos que la princesita descanse, quizá unas
horas de sueño den un poco de lucidez a esa cabecita.
Jantaro se encaminaba hacía
la puerta cuando recibió un golpe en la espalda con la almohada. Se dio la
vuelta y vio a Amelia que intentaba
levantarse llena de furia, su madre la sujetaba como podía.
─ ¡Largo
estúpido, no quiero verte más!
Jantaro abrió la puerta a
toda prisa cuando vio que ella conseguía deshacerse de su madre y agarraba una
lámpara que había en la mesilla. Cuando cerró la puerta oyó el golpe producido
por ésta al impactar.
Amelia lloraba abrazada a
Esther.
─Hija, es
normal, es tu primer amor, tu primera pelea.
Pero Amelia no la escuchaba
y sentía el temor de haberle perdido por sus estúpidos celos. Aunque él se
ha comportado como un cerdo, pensó.
Jantaro bajaba la escalera
malhumorado cuando se encontró con Alasthor.
─Venía a
buscarte. Vamos a tener una reunión para decidir nuestro siguiente paso. ¿Qué
tal está Amelia?
Jantaro, irónico respondió.
─Desde luego
que mucho mejor. Es capaz ya de levantarse de la cama por sí misma y creó que
la fuerza le está volviendo. Está muy activa.
Alasthor le escuchó en
silenció sin entender nada y torciendo la cara le siguió hacia abajo.
En la sala principal
estaban Gatira, Vladimir y Jawet. Fue éste último el que se dirigió a él.
─Te estábamos
esperando chico. Vladimir y yo estamos de acuerdo en que debemos de cambiar de
ubicación.
─Pero, yo no
estoy de acuerdo en ir junto a un
ejército acampado en las puertas del mundo de los shinigamis. Es una forma de
agresión que el Señor de los Shinigamis no va a perdonar.
Alasthor habló con
convicción
─Es el sitio
más seguro para Amelia y Jantaro, ya que él no puede ir a otra dimensión. En
otra parte estaríamos desprotegidos y a merced de nuestros enemigos.
─No lo sé,
quizás…
─Bueno, si
conoces un lugar mejor Vladimir, somos todo oídos ─le interrumpió Jawet. Éste
calló y movió la cabeza dando a entender que no.
─Jantaro, ¿Tú
que piensas? ─Le preguntó Gatira
─Está bien si
creéis que es lo mejor ─y separándose del grupo se dirigió hacia fuera de la casa.
Gatira le miró extrañada
mientras se alejaba y volvió a mirar a Jawet cuando éste habló.
─Ya está
anocheciendo, partiremos mañana y así dejaremos que los chicos descansen está
noche.
Todos estuvieron de acuerdo
y cada uno partió a su habitación menos Gatira que fue tras su amigo.