domingo, 26 de mayo de 2013

ÚLTIMO CAPÍTULO DE JANTARO EN EL MUNDO DE LOS SHINIGAMIS


NUEVOS FINALES, NUEVOS COMIENZOS

Gatira y Vladimir aparecieron en un salón decorado enteramente de oro y plata. Había varias sillas y una mesa de cristal. Una puerta de color rojo y  paredes con cuadros de colores abstractos.
     ─ ¿Dónde estamos? ─preguntó Gatira
     ─Dímelo tú, amor. Tú has sido la que nos has traído ─dijo Vladimir medio desnudo en el suelo y sin fuerzas casi para moverse.
La puerta se abrió y un viento cálido les dio de lleno. Éste empezó a materializarse delante de ellos y una mujer vestida con telas azules de seda, con el cabello moreno y una sonrisa afable les dijo.
     ─No ha sido ella, ha sido mi señor el que os ha convocado.
Gatira iba a desenfundar su espada cuando Vladimir la detuvo sujetando su mano.
     ─ ¿Quién es tu señor?  ─preguntó con curiosidad
     ─Creo que lo adivinas, por eso la has detenido. El Señor de los Cuatro Elementos os recibirá en breve. Ahí, en ese armario podréis cambiaros de ropa. Me llamo Miriam y para cualquier cosa estoy a vuestra disposición.
Se iba a dar la vuelta cuando Gatira preguntó.
     ─ ¿Qué quiere de nosotros? ¿Somos sus prisioneros?
    ─Vuestras respuestas serán respondidas en breve. Por ahora consideraros sus invitados. Por cierto, este cuarto está protegido por la magia sería inútil por vuestra parte pretender escapar. Yo en vuestro lugar intentaría disfrutar de la hospitalidad que os brinda ─dicho esto salió por la puerta.
Vladimir se dirigió al armario y lo abrió. Había varios vestidos para ella y ropa para él, cogió uno y se empezó a desnudar.
     ─ ¿Qué haces Vladimir?
     ─De momento mi amor ─y la tomó de la mano­─. Sigámosles el juego.   
     ─Mira ─señalándola un vestido de encaje rojo─. Éste creo que conjunta con tus ojos ─Gatira le sonrió y le apretó su mano.


Jantaro y Amelia estaban medio desnudos en mitad de una calle asfaltada de una forma muy extraña. Grupos de gente con telas pintorescas se paraban para observar a los dos muchachos. Edificios de muchos pisos les rodeaban y había un ruido ensordecedor a su alrededor.
     ─ ¿Dónde estamos? ─preguntó Amelia
     ─No lo sé ─le respondió Jantaro muy confundido. A su lado una bestia de metal que iba a cuatro ruedas pasó a gran velocidad.  
    ─No te separes de mí ─le dijo Jantaro alarmado.
Un anciano y una niña de la edad de ellos, vestidos con una tela naranja muy diferente a la del resto de los humanos que les miraban; se dirigieron a ellos.
     ─ Tú debes de ser Jantaro. Yo soy Jalón y ella es mi discípula Soraya. Era amigo de Kyon; tu maestro. He notado vuestra presencia y me he trasportado para venir a buscaros ─de repente los dos chicos se agacharon cuando una especie de colibrí gigante pasó por encima de ellos.
     ─Es sólo un helicóptero ─dijo la chica graciosa.
     ─ ¡Calla! Ellos no están acostumbrados a los artefactos humanos. Son de otra realidad.
Jantaro le observó bien y vio un cierto parecido con su maestro.
     ─ ¿Ha dicho que conocía a Kyon?
     ─Sí, es cierto. Él y yo tuvimos al mismo maestro. Él os ha traído aquí a través de tu bastón ─Jantaro lo observó con cuidado─. Él ya me dijo que un día vendrías. Te he estado esperando. Hablemos en otro sitio, puede venir la policía. No estáis muy aceptables así vestidos.
Amelia tenía roto el camisón e iba medio desnuda mientras a Jantaro sólo le quedaba un calzón blanco.
     ─ ¿Qué es un policía? ─preguntó Amelia
El abuelo la miró y  sonrió.
     ─Las preguntas luego. Ahora salgamos de aquí. Seguidme.
Fueron hacia un callejón mientras los transeúntes les miraban hasta que estuvieron solos y desaparecieron.

……………

Garot estaba en presencia del Señor del Inframundo. 
     ─Mi amo. El Señor de los Shinigamis ha muerto.
Éste estaba sentado en su trono jugando con la calavera de un ser que en nada parecía humano. Era alargada y tenía colmillos.
     ─Excelente trabajo. Primera parte concluida. El trono de regencia está más cerca ─ dijo mientras la daba vueltas con un dedo.
Garot inquieto no pudo resistirlo más y preguntó a su amo no con cierto temor a su reacción.
     ─ ¿Por qué confías tanto en Astel?
El Señor del Inframundo movió una mano y una pared se desplazó lentamente hacia un lado; apareciendo poco a poco un humano viejo, con barba, y encadenado a la pared por las muñecas. Estaba medio desnudo con el torso al aire y señales de látigazos cubrían su espalda.

     ─Porque yo tengo algo que él quiere. Te presento al conde Rupert Sartas. El Padre de Vladimir. 


FIN

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