martes, 7 de mayo de 2013

LA SANGRE DE UN DISCÍPULO (MUERTE POSCOITO)

Mi mentor no sólo era un hábil estratega, si no también un profundo sentimental. Su mente analítica buscaba una forma de intervenir desde el exterior; es decir, conseguir con su ayuda divina que un hombre asesinara a la mujer que más ama. Sí, es bello; ya lo sé.
Parece que estoy relatando un episodio de Misión Imposible. Fijaros:

Objetivos:
Mujeres con pareja y alérgicas a la penicilina.

Como llegar a ellas:
Entrada en el ordenador de una clínica especializada en alergias, acceso a medicamentos y una forma de entrar en sus casas.

Como lo hizo:
Fernando era un hombre atractivo y no sólo por su gran inteligencia. Los cánones de belleza establecidos socialmente lo aprobaban como un hombre guapo. La vida sexual de mi mentor hasta la fecha  habían sido  encuentros esporádicos con cientos de mujeres y sabía perfectamente aprovecharse de sus virtudes. ¡Que ilusa fue aquella pobre dependienta de farmacia! La muy tonta se enamoró de él y la chantajeaba emocionalmente. Ella, que era mirada fingidamente por Fernando como alguien especial, no podía negarle nada, y así fue.
Por otro lado buscó una clínica en un barrio alejado y fácil de asaltar. Una noche se coló por una de las ventanas y entró en el ordenador del centro. La clave fue fácil, era el mismo nombre de la clínica. No se comieron mucho la cabeza; la verdad. Anotó el nombre de las mujeres con trastornos más graves a la penicilina en un papel, cerró el ordenador y salió por la misma ventana que entró. Las investigó y redujo a tres parejas con edades comprendidas entre veinte y sesenta años. Con una planificación de meses, ya sabía el horario de aquellas mujeres que iban a ser exterminadas.
Os relataré la historia de una de ellas:
Luis Flores trabaja por las noches de vigilante mientras que Ana Hurtado, su pareja, era profesora de instituto. Mientras ella daba clase, él dormía. Fernando con su maestría se coló en la casa de la feliz pareja y gracias a su amante farmacéutica tenía el medicamento del que ella era mortalmente alérgica. Mi mentor era un genio, ya os lo he dicho. Lo fácil hubiera sido inyectarle la penicilina directamente a ella, pero os he mencionado al principio que era un sentimental. Le colocó un pañuelo en la cara con cloroformo y se la inyectó a él mientras dormía. Una cantidad abusiva de penicilina fue introducida en el cuerpo de Luis Flores. Ahora sólo tocaba esperar.
Luis se levantó con la garganta seca y con dolor de cabeza. Se duchó para espabilarse y se fue como si nada a su trabajo. Cuando regresó se encontró con Ana esperándole desnuda. Lo dos cuerpos se juntaron. Ana besaba compulsivamente el pecho de su amante mientras que él la acariciaba su bajo vientre. Los gemidos de ella inundaban la habitación, ni tiempo tuvieron para ponerse un condón. La protección es lo primero, ¿no os lo enseñaros cuándo erais niños? Después de diez minutos de placer y acometidas, Luis descargó. Los dos a la vez tuvieron un orgasmo y se miraron con pasión. A las tres horas Ana empezó a tener convulsiones,  estaba teniendo un ataque de alergia. Su cara se tornó roja e hinchada como  un melón y Luis, el pobre, sólo pudo sujetar su mano mientras ella fenecía en la más profunda ignorancia.    

No hay comentarios:

Publicar un comentario