Parece que estoy
relatando un episodio de Misión Imposible. Fijaros:
Objetivos:
Mujeres con
pareja y alérgicas a la penicilina.
Como llegar a
ellas:
Entrada en el
ordenador de una clínica especializada en alergias, acceso a medicamentos y una
forma de entrar en sus casas.
Como lo hizo:
Fernando era un
hombre atractivo y no sólo por su gran inteligencia. Los cánones de belleza
establecidos socialmente lo aprobaban como un hombre guapo. La vida sexual de
mi mentor hasta la fecha habían sido encuentros esporádicos con cientos de mujeres
y sabía perfectamente aprovecharse de sus virtudes. ¡Que ilusa fue aquella
pobre dependienta de farmacia! La muy tonta se enamoró de él y la chantajeaba
emocionalmente. Ella, que era mirada fingidamente por Fernando como alguien
especial, no podía negarle nada, y así fue.
Por otro lado
buscó una clínica en un barrio alejado y fácil de asaltar. Una noche se coló
por una de las ventanas y entró en el ordenador del centro. La clave fue fácil,
era el mismo nombre de la clínica. No se comieron mucho la cabeza; la verdad.
Anotó el nombre de las mujeres con trastornos más graves a la penicilina en un
papel, cerró el ordenador y salió por la misma ventana que entró. Las investigó
y redujo a tres parejas con edades comprendidas entre veinte y sesenta años.
Con una planificación de meses, ya sabía el horario de aquellas mujeres que
iban a ser exterminadas.
Os relataré la
historia de una de ellas:
Luis Flores
trabaja por las noches de vigilante mientras que Ana Hurtado, su pareja, era
profesora de instituto. Mientras ella daba clase, él dormía. Fernando con su
maestría se coló en la casa de la feliz pareja y gracias a su amante
farmacéutica tenía el medicamento del que ella era mortalmente alérgica. Mi
mentor era un genio, ya os lo he dicho. Lo fácil hubiera sido inyectarle la
penicilina directamente a ella, pero os he mencionado al principio que era un
sentimental. Le colocó un pañuelo en la cara con cloroformo y se la inyectó a
él mientras dormía. Una cantidad abusiva de penicilina fue introducida en el
cuerpo de Luis Flores. Ahora sólo tocaba esperar.
Luis se levantó
con la garganta seca y con dolor de cabeza. Se duchó para espabilarse y se fue
como si nada a su trabajo. Cuando regresó se encontró con Ana esperándole desnuda.
Lo dos cuerpos se juntaron. Ana besaba compulsivamente el pecho de su amante
mientras que él la acariciaba su bajo vientre. Los gemidos de ella inundaban la
habitación, ni tiempo tuvieron para ponerse un condón. La protección es lo
primero, ¿no os lo enseñaros cuándo erais niños? Después de diez minutos de
placer y acometidas, Luis descargó. Los dos a la vez tuvieron un orgasmo y se
miraron con pasión. A las tres horas Ana empezó a tener convulsiones, estaba teniendo un ataque de alergia. Su cara
se tornó roja e hinchada como un melón y
Luis, el pobre, sólo pudo sujetar su mano mientras ella fenecía en la más
profunda ignorancia.
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