jueves, 16 de mayo de 2013

JANTARO EN EL MUNDO DE LOS SHINIGAMIS CAP. 18 (segunda parte), Literatura fantástica gratis



Jantaro, Vladimir y Gatira todavía seguían en la habitación ocultos, recobrándose después de sus luchas con los soldados de la guardia del Señor de los Shinigamis.Varias patrullas habían pasado cerca de ellos buscándolos, pero gracias a la ilusión proyectada por Vladimir habían pasado de largo. De repente,Jantaro escuchó a shinigamis correr más rápido que antes y voces que decían que el ejército del hijo de Jawet estaba a las puertas del castillo.
     ─Es nuestra oportunidad ─dijo Jantaro.
     ─Sí, es hora de movernos. Hemos hecho bien al quedarnos aquí. Vosotros dos estabais muy débiles ─Gatira  afirmó con rotundidad dándole la razón a Vladimir mientras desaparecía la ilusión. Ahora podían ser vistos.
     ─Silencio; id cada uno detrás del otro ─dijo Vladimir y los tres le siguieron en silencio por un pasillo.
Anduvieron varios minutos sin encontrar resistencia. Parecía que Alasthor estaba haciendo bien su trabajo de distracción, tenían que ahorrar energías por si se encontraban con el Señor de los Shinigamis. Jantaro buscaba algún signo de Amelia, aunque todavía no la percibía. En ese instante se oyó un ruido ensordecedor y la fuerza vital de ella creció hasta su máximo poder. Jantaro apremió a sus compañeros.
     ─ ¡Rápido es por aquí! ¡Seguidme! ─y subieron corriendo por unas escaleras al piso superior.
………………………

 Amelia se encontraba en la sala más extraña que había visto en su vida. Tenía una gran altura y era muy grande, el suelo era un cristal gigantesco repleto de signos en una lengua para ella desconocida. El mayordomo personal del Señor de los Shinigamis; Menfist, la puso debajo de una estrella de doce puntas con los doce signos zodiacales pintados de color rojo. Amelia pensaba que ya había fingido demasiado y se iba a trasformar, cuando, de repente, una puerta que ella no había visto se abrió y surgió la figura escalofriante del Señor de los Shinigamis.
     ─ ¿Está todo preparado? ─preguntó
     ─Sí mi amo ─respondió Menfist haciéndole una reverencia.
     ─Bien, traedlo entonces.
Dio la orden a los dos mismos soldados, que trajeron el cuerpo atado de Alasthor por los pies y por las manos. Lo tiraron al suelo sin ninguna delicadeza y salieron de la habitación. Amelia al verlo intentó ir a su lado, pero Menfist se lo impidió agarrándola de la muñeca.
     ─ ¡Papá! ¿Estás bien? ─le dijo a cierta distancia
     ─ ¡Si hija, tú no te preocupes! ¡Te salvaremos!
     ─Que enternecedor ─dijo con jactancia el Señor de los Shinigamis. Pero pronto cambió de expresión cuando Amelia se transformó en un shinigami.
     ─ ¡Esto no es posible! El brazalete no se puede inutilizar a no ser que mueras.
En la mano de Amelia se formó una campana, la tocó y el espíritu Haboryn apareció en su forma completa. Con la tres cabezas en un cuerpo blanco, con cuatro patas y cola de dinosaurio.
     ─Mirad hermanos, quien está ahí ─señaló el gato 
     ─Es nuestro antiguo discípulo ─dijo la serpiente.
     ─Vamos a darle nuestra última lección ─se jactó el niño.
Un fuego rojo salió de sus bocas en dirección al Señor de los Shinigamis. Éste invocó a un ser de casi cuatro metros formado de hierro forjado que recubría todo su cuerpo. Éste se  interpuso entre las llamas y su amo. La habitación retumbó.
Bo sonrió y saludo a la bestia que había sido llamada.
     ─ Cuánto tiempo Kreler ¿Todavía sigues a las órdenes de este traidor?
     ─Bo. Me alegro verte. Todavía no has aprendido la lección después de la paliza que te di en aquel río hace diez mil años   ─una voz ronca salió de su garganta y dio un puñetazo al Haborym, pero éste lo esquivó y con su cola derribó a aquella bestia de metal tirándola al suelo.
Amelia intentaba acercarse a su padre para liberarle pero un ser parecido a un perro, pero con colmillos de sable en su boca, se interpuso en su camino. Amelia miró a su alrededor y vio que había sido invocado por el mayordomo. En ese un momento un dragón negro decapitó a Menfist de un mordisco, haciendo desaparecer a su espíritu. Alasthor corrió hacia su hija.
     ─ ¿Te encuentras bien? ─la preguntó con preocupación.
      ─Sí padre. ¿Cómo te has liberado?
      ─No lo sé. De repente noté que un aire frío pasaba a mi lado y las ataduras se rompieron.
Garot se ocultaba en la sombras indetectable para los que allí se encontraban. No había liberado a Alasthor porque él quisiera, sino porque tenía órdenes del Señor del Inframundo.
El Señor de los Shinigamis estaba lleno de rabia. Su espíritu,Kreler, estaba en el suelo y no se podía levantar debido a su gran peso, ademásAlasthor se había liberado. Se concentró y unas mujeres con el pelo rojo aparecieron en la sala.
Llevaban vestidos de tela blanca y sus ojos eran de color negro. Al instante desplegaron dos alasde murciélago y una uñas como estacas les crecieron. Se pusieron a volar. Dos atacaron al Haborym, mientras que la tercera destruyó con un solo golpe al dragón de Alasthor. Después fue a por Amelia, y en el instante en que iba a atacarla,Alasthor se interpuso en su camino quedando ensartado entre la criatura aérea y su hija. La mujer alada fue golpeada por la cabeza de la serpiente que ya se había liberado de las otras dos, tirándola al suelo y desapareciendo.Alasthor estaba en el suelo junto Amelia, que lloraba mientras intentaba tapar la herida con sus garras.
     ─Papá. No te mueras por favor.
     ─Lo siento hija mía. Siento de verdad haberte metido en esto. Tú eras tan inocente y feliz con tu madre… ─en ese instante empezó a toser sangre─. Sabes, tú nunca has estado sola. Yo siempre te vigilaba para que nada malo te ocurriese.
     ─Papá, no te vayas. Vuelve conmigo, junto a mamá.
     ─ ¿Tú madre? ¿Sabes?, me enamoré de ella. Creó que todavía la quiero, me costó mucho dejaros a las dos.
Seguía tosiendo y surgieron las convulsiones, sin embargo, una sonrisa apareció en su cara.
     ─ ¿Quieres saber por qué nunca te enseñé a aparecer después de trasformada con tus ropas intactas? ─Amelia no contestó. Ella lloraba y sus lágrimas caían sobre el cuerpo de su padre─. Porque eso te hace consumir un poco de tu Ki interior y yo quería que lo tuvieras todo para que no te pasara nada. Cuando dijo la última palabra exhaló su último suspiro.
     ─ ¡Noooo! ¡Padre! ─Amelia se levantó y miró con odio al Señor de los Shinigamis. Aquella criatura horrible le había arrebatado todo. Su vida tranquila junto a su madre y ahora a su padre, que empezaba a querer. Concentró su energía y su cuerpo empezó a irradiar calor. El Haborym  brillaba y un haz blanco surgió de sus cabezas hacia el Señor de los Shinigamis. Éste se concentró en su Ki. Y una barrera de energía le protegió.
─¿Crees sucio engendro que en diez mil años mis poderes no iban a crecer? Mientras tanto los tuyos son iguales. Ahora controló el Ki del vacío, el más poderoso de todos. Puedo crear energía de la nada. Te lo demostraré.

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