lunes, 6 de mayo de 2013

JANTARO EN EL MUNDO DE LOS SHINIGAMIS CAP. 17 (tercera parte)



Batalla del río de la las almas perdidas.


     ─Mi general; Jawet viene hacia nosotros.

Paris se acercó a Kalmin que iba a la cabeza de sus dos mil shinigamis. Se paró en seco y la formación hizo lo propio detrás de él. Con un gesto miró a su criado y éste sacó un mapa de su cartera. Se lo entregó y el general lo abrió. Paris le señaló en él la situación del otro ejército. Estaban a unos diez kilómetros.

     ─ ¿Cuántos son? ─preguntó a su sobrino.

     ─Son más de mil, aunque nuestros espías en su campamento nos han informado que doscientos han ido a encontrarse con vuestro hijo.

     ─Será fácil para Sandos vencer ese desesperado movimiento de ese viejo. Pronto se reunirá con nosotros.

En el mapa comenzó a recorrer la distancia entre sus dos ejércitos observando cual sería el lugar más ventajoso para él. Sonrió con malicia y se paró en un pequeño río. Paris lo reconoció y dijo.

     ─ ¿El río de las almas perdidas?

     ─Exacto. En esta época del año no lleva apenas caudal. Lo cruzaremos para no quedarnos en medio.

     ─Mi señor, si lo tenemos en retaguardia no sería un obstáculo en caso de retirada.

El general levantó la cabeza del mapa y con un orgullo desmedido increpó a su sobrino.

     ─Nuestro ejército no se retira. No somos un grupo de cobardes. Vencemos o morimos. Sin excepción.

Paris se sintió un poco despreciado por su tío. Le miró fijamente, aguantando las insinuaciones a su coraje.

     ─ ¡En Marcha! ¡Vamos a la guerra! ─dijo esto chillando para que sus shinigamis le oyeran y estos le correspondieron con un grito al unísono

     ─ ¡AAAAAAA!



Mientras tanto, Jawet iba en dirección al enemigo. Su cabeza daba vueltas a la jugada del General Kalmin convenciéndose a si mismo que aquél inútil tenía que tener muy buenos oficiales que le habían aconsejados seguirle por la puerta sur. Estaba muy claro para él que la idea no había sido suya.

Apresuró a sus tropas para que llegaran lo antes posible al río de las Almas Perdidas. Quería que la batalla fuera en medio. Eso les daría ventaja contra su inferioridad numérica.

Kalmin llegó al río y ordenó cruzarlo rápidamente. Paris no dijo nada pues él ya había mandado vigías por su cuenta que le habían informado que aunque Jawet había acelerado del paso de sus tropas todavía estaban a varios kilómetros. Les daría a tiempo a pasarlo sin complicaciones. El caudal como dijo el general estaba muy bajo y las tropas lo cruzaron sin esfuerzo, aunque había barro en las orillas producido por las lluvias de la semana pasada. Si por un casual perdían la batalla sería una carnicería. Aquello era una trampa mortal. También entendía que eso haría que sus tropas no pensaran en la huida como una solución. Era arriesgado, pero era vencer o morir. Así era el General, no había medias tintas con él.

Al cabo de media hora los shinigamis habían pasado y estaban en formación esperando a Jawet. Kalmin ordenó que dieran agua a sus soldados. El calor era insoportable. Se comería al final de la batalla. Si ganaban, claro.

Jawet vio a lo lejos las formaciones de combate del Ejército Regular de los shinigamis y se impresionó, aunque no quiso exteriorizar sus sentimientos. Sabía perfectamente que estaba siendo observado en todo momento por sus tropas.

     ─ ¡Formad inmediatamente! ─ordenó a Softor.

La línea se produjo a cien metros de su enemigo. Jawet comandaba el lado central e izquierdo. No confiaba en nadie, así que no había buscado substituto para su hijo. El ala derecha era responsabilidad de Softor. Las fuerzas especiales que habían sido entrenados desde hacía años para aquella guerra estaban en los dos flancos. Crearían ilusiones de los animales rápidos haciendo creer al enemigo que eran más de lo que en verdad había.

Kalmin había posicionado a sus hombres en una formación clásica como Jawet había imaginado. Al comandante de la derecha le había reconocido al instante era Paris el sobrino del general. Muy inteligente y despiadado, había que tener cuidado con él pero, al de la izquierda no le reconocía. Era un hombre gordo y mayor con la cara redonda.

El general se adelantó con una pequeña guardia al centro de la explanada, Jawet le imitó y los dos se encontraron cara a cara.

 Todos los shinigamis que había en aquel lugar no quitaban ojos a aquellos que iban a regir su destino en breve.

     ─Jawet ─dijo fríamente el General

     ─Kalmin ─le respondió el abuelo con la misma indiferencia.

     ─¿Sabes? es irónico que sea precisamente en este lugar plagado de historia donde nos enfrentemos tú y yo ─dijo Kalmin.

Jawet no quería alargar la conversación, había ido al centro sólo porque estaba en el protocolo y algunos de sus shinigamis hubieran visto con malos ojos romper la tradición, pero tenía muy presente que su hijo estaba preso o muerto. Sólo rezaba para que hubiera mantenido ocupado a Sandos el tiempo necesario para que no se reuniera con su padre por su retaguardia. Contestó irónicamente al general queriendo acortar aquella estúpida palabrería sin sentido.

     ─Sí, conozco la historia como cualquiera de los nuestros. Tú señor rompió el equilibrio al matar a mi antepasado en aquella orilla ─y señaló hacia allí con el dedo─. Por eso su nombre es el río de Las Almas Perdidas. Y no quiero seguir hablando falacias con un esclavo.

Se dio la vuelta y volvió a su formación dejando al General con un palmo de narices allí sólo en mitad de los ejércitos. Su cara se transformó en un cuento de terror, sus facciones se deformaron y su cuerpo se agrandó convirtiéndole en un shinigami. Se dio la vuelta y juró que aquel bastardo iba a pagar con su vida aquella ofensa hacia su persona.

Cuando llegó a sus líneas miró a Paris que estaba a su lado derecho. Había heredado ese flanco por su idea de perseguir a Jawet. Luego miró a su izquierda. El comandante de aquella ala se llamaba Gretels y era un veterano que había luchado muchos años con él. Era duro y fiel. Haría su trabajo sin hacer preguntas no como su sobrino que a veces tenía que recordarle quien mandaba allí. En cambió su hijo siempre había sido muy dócil. Demasiado para heredar su rango algún día. Esperaba que la batalla que seguramente estaba acabando con su victoria le hiciera un shinigami digno de ser de su sangre.

Los dos ejércitos al fin se iban a encontrar. Habían estado días jugando al ratón y al gato y la tensión se palpaba en sus integrantes. El general observó a sus tropas y empezó a hablar para ellos.

     ─Soldados del verdadero ejército de shinigamis. Sabed que no hay nada mejor que la visión de destrucción de tu enemigo en un campo de batalla. Es una orgía de los sentidos que te hace llevar a una conciencia mayor de lo que en verdad importa en la vida. Vamos a comernos a esos rebeldes mal nacidos que se han opuesto a nuestro amo. Sus cuerpos sin vida servirán como fertilizante y sus cabezas empaladas en nuestras espadas serán un bonito adorno para…

Aquí tuvo que parar su discurso, las tropas centrales de Jawet habían aparecido sobre el campo de batalla.

     ─ ¡Maldito! Voy a enseñarte modales viejo andrajoso. ¡Unidades centrales! ¡Adelante!

Las cajas de música de ambos shinigamis sonaban en la explanada. El encontronazo entre los doscientos animales pesados: Elefantes, bueyes y rinocerontes del bando de Jawet contra similar número del bando contrario. Un buey de Jawet traspasó sus líneas, pero cuando iba a embestir,  un lagarto de dos metros le cogió de la garganta y lo tiró al suelo.

     ─ ¿Qué es eso? ─preguntó el viejo mientras Kalmin sonreía al ver que sus shinigamis de reserva habían intervenido para mostrar a su enemigo que no sólo tenían los típicos espíritus.

 El general hizo un gesto y la segunda línea de shinigamis relevó a los de la primera. Estos frescos invocaron sus propios espíritus que empezaron a mermar a los cansados del ejército de Jawet.

     ─Tenemos que despistarlos ─y ordenó a Softor atacar a la vez que al ala izquierda de su ejército. 

Ciento cincuenta panteras, lobos, tigres y leones surgieron a la invocación de sus amos. También aparecieron unos hombres vestidos con capas negras que empezaron a murmurar palabras en un idioma desconocido. Los efectivos de Jawet se multiplicaron por dos y fueron corriendo hacia el enemigo. Kalmin observaba atentamente que las fuerzas en los laterales eran mayores de lo que esperaba. No había notado que era una ilusión, pero Paris sí y chilló a sus shinigamis.

     ─No os dejéis engañar son sólo la mitad. Es una vulgar imitación para hacernos creer que son más. No os obcequéis y comprobar con vuestros animales espirituales de lucha cual es real y cual no.

Los soldados siguieron las órdenes de su comandante y cuando sus espíritus se encontraban con una ilusión la dejaban pasar. Cientos de ellas llegaron a sus filas y traspasaron a los soldados sin hacerles ningún daño.

     ─ ¡Matad a los espíritus de las capas negras! ─volvió a ordenar.

 Fue la prioridad de sus soldados, que empezaron a ganar terreno por el ala izquierda. El ala derecha de Kalmin no tenía tan buen comandante ya que el general no le había dado orden alguna a Gretels. Éste no hizo nada para paliar el movimiento de ilusiones de Jawet. Softor sonrió, estaban tomando su flanco sin problemas. Pero Jawet estaba teniendo muchos problemas en su lado izquierdo con el maldito sobrino de general. 

Kalmin mandó de nuevo a sus tropas de segunda fila que relevaran a las de la primera, y un nuevo contingente de animales pesados embistió a las bestias contrarias cansadas por llevar tanto tiempo combatiendo.

 Jawet hizo un movimiento desesperado. Veía que aunque el flanco derecho estaba siendo un éxito, por el izquierdo empezaban a sobrepasarle. Las tropas especiales estaban siendo reducidas. Así que las movió al centro para ir a por el general. Sabiendo que aunque perdiera ese lado si ganaba los otros dos la batalla sería suya. Las bestias pesadas se multiplicaron y corrieron hacia un general cabezota que no escuchaba a su sobrino que le advertía que sólo eran ilusiones. Traspasaron sus líneas elefantes reales y empezaron a matar shinigamis. Mientras, sus soldados se volvían locos persiguiendo espejismos. Paris veía que si seguían así iban a tener problemas, pero todo se paró un instante cuando un rinoceronte atravesó el pecho del general y le dejó tendido en el suelo sin vida. Jawet lo vio y su alegría le hizo gritar. No sabía que había cometido el peor de los errores. Con Kalmin hubiera sin duda vencido, pero con Paris al mando de todo el ejército el desenlace de la batalla podría cambiar. Éste rápidamente se trasladó a la zona central y empezó a dar órdenes.

     ─Que la tercera línea de shinigamis que controlan la tierra hagan una barrera que envuelva a sus espíritus.

 Unos seres de piedra surgieron y al unísono golpearon con sus puños el suelo. Ésta, como un terremoto, se movió derribando a las bestias torpes de Jawet mientras que las de Paris habían desaparecido para volver a surgir rápidamente cambiando la formación y arrasando a las otras que no podían defenderse en el suelo. Paris advirtió  a  Gretels como debía combatir a las ilusiones y fue con todo hacia los hombres con capa negra. Jawet veía que la ventaja que había adquirido se había esfumado. Unos doscientos animales pesados se acercaban a su posición y no tenía nada con que defenderse. Las bestias de Paris chocaron con la primera línea del ejército de Jawet y se llevaron volando a cientos de shinigamis que intentaban desesperadamente defenderse con la espada, pero el cuerpo de Fuerzas con Armas que tanto había desprestigiado Jawet y Softor hubiera sido inapreciable en aquella situación. Los soldados que luchaban con sus espadas no tenían experiencia y fueron mermando rápidamente. Softor que había visto como había casi ganado su flanco tenía que retirar sus tropas. Estaban siendo masacrados por aquel gordo comandante, que como buen soldado había seguido las órdenes al pie de letra del nuevo general. Las tropas de Jawet empezaron a dispersarse. Éste veía como sus sueños habían sido rotos por un crío. Maldijo su suerte y con cautela intentó escapar de la batalla, y se encontró con alguien que jamás esperaría. Retir estaba enfrente de él, trasformado en shinigami. Con un cuchillo le atravesó el corazón.

     ─Esto por mí cuñada, ¡maldito! ─luego, con furia le cortó la cabeza─y esto, por mi hermano gemelo.

El cuerpo decapitado de Jawet yacía tumbado en la arena.

Sus ojos sin vida habían perdido el brillo de la codicia que había regido toda su vida. Los soldados que vieron el asesinato corrieron a defender a su general, pero Retir desapareció sin que ningún gesto surgiera de su cara.

Las tropas del ejército de Stalet fueron derrotadas y Paris fue al lado de su tío. Al instante apareció Sandos llorando y agarrando el cuerpo sin vida de su padre.

     ─ ¿Cómo lo has permitido? ─le preguntó a su primo.

El otro no le respondió sino que le hizo otra pregunta.

     ─ ¿Dónde está tu ejército? ─Sandos calló unos segundos y después con vergüenza le respondió.

     ─Fuimos vencidos por Alasthor. Se dirige al castillo.

     ─Eres un inútil. No mereces vivir ─y con fuerza con su espada le atravesó la cara con ella.

Sandos quedó sin vida juntó a su padre. Paris miró a su tío y a su primo muertos a sus pies  y pensó que ya era la hora de que él fuera la cabeza de su familia. Se dirigió a sus shinigamis y les dijo.

     ─Enterradlos con honores. Pues son de mi sangre. Asesinad a los prisioneros y a nuestros heridos dejadlos en un campamento medico aquí. Daos prisa, tenemos que alcanzar a la última rata.

Se dio la vuelta y se dirigió al río para lavarse la sangre que le cubría la cara.

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