jueves, 23 de mayo de 2013

JANTARO EN EL MUNDO DE LOS SHINIGAMIS CAP. 18 (última parte)



La Fusión del Haborym había desaparecido. Y el gato, la serpiente y el niño estaban inconscientes en el suelo. Amelia también tumbada, había recibido el otro rayo en el pecho y sangraba copiosamente. Jantaro corrió a su lado cuando se percató y se agachó, pero Amelia se tocó dónde estaba la herida y se dio cuenta que había cicatrizado casi de inmediato. Ayudada por Jantaro que la sujetaba, la levantó.
     ─ Eso no es posible ─la cara del Señor de los Shinigamis y del propio Jantaro lo decía todo. Retir, oculto como sólo él era capaz, sonreía sabedor de que el elixir había hecho efecto y que tanto él como Amelia ahora eran inmortales. No se descubrió, esperando el momento preciso. La sincronización debía ser perfecta.
Gatira sacó de nuevo su espada, igual que antes cuando paró a las arañas e intentó ralentizar el tiempo.
     ─Tú eres la más débil. No eres ni interesante ─dijo con despreció, pero Vladimir se transformó en Astel al ver que habían insultado a su amada y surgió tras él. La energía roja chocó con la azul, que empezó a devorarla y Astel salió disparado hacia una columna rompiéndola. Gatira corrió hacia Vladimir convertido en demonio y notó que no sentía repugnancia, sino que bajo aquel aspecto seguía siendo su Conde. Le cogió de la muñeca y le acarició con ternura la palma de su mano.
     ─ ¿Estás bien Vladimir? ─le preguntó con preocupación.
Su voz poco había cambiado y se incorporó del suelo.
     ─ Jantaro y yo debemos unir los cuerpos  para poder controlar la espada, pero ese bastardo no nos va a dejar.
Geret estaba a su lado invisible y apareció.
     ─Déjamelo, creo que podré distraerle el tiempo necesario.
Se concentró y declamó un conjuro en voz alta.
     ─Tú y yo somos uno. Hermano de Sangre ven a mí en tu destierro y que nuestras almas vuelvan a sentir el placer de ver el miedo que antaño fue de nuestros enemigos.
A su lado un viento envolvió a una forma. El Yory, su hermano, había aparecido.
     ─ ¡Venga Geret quiero  machacarle y comerme su órganos! ─dijo el Yori cuando estuvo enfrente del Señor de los Shinigamis. Jantaro vio aquel espíritu y recordó la masacre del pueblo y un miedo atenazó su alma, pero se despertó cuando Vladimir fue  a su lado y le dijo como y porque había aparecido.
     ─Vamos a unirnos ─dijo Jantaro convencido.
     ─Concéntrate, dame la mano y ponte a mi nivel de energía. Mantenlo, y después visualiza nuestra unión en tu mente.
El Señor de los Shinigamis no iba a permitir que aquellos dos hicieran una fusión de almas. Esa fue su primera reacción, lo que él no preveía era que los dos espíritus le atacaran sin avisar por los dos lados. Las cuchillas de aquellos seres encorvados eran paradas por el escudo azul que le envolvía. El viento se llevó los cuerpos del mayordomo muerto y de Alasthor. Amelia, muy fatigada transformada en humana sujetaba como  podía a Bo que estaba inconsciente, pero las serpientes y el niño también rodaron por la sala.
El Señor de los Shinigamis sujetó por el cuello al Yory y cuando Geret lo vio, concentró todo su Ki para herirle en el brazo que lo sujetaba y así liberar a su hermano que reía como un poseso. Estaba verdaderamente disfrutando de la pelea.
Jantaro y Vladimir ya estaban al mismo nivel de energía. El Señor de los Shinigamis se dio cuenta y aumentó su poder. Los dos hermanos fueron engullidos por un vórtice que producían las garras del Señor de los Shinigamis y les trasportó a un vacío, despareciendo de la sala. Cuando se había librado de aquellos dos, fue a por el demonio y a por el hijo del Señor de Larimar. Gatira hizo un movimiento desesperado al ir a por él con su espada, pero sólo pudo darles un par de segundos al ser golpeada por la energía de éste en el vientre. Salió despedida en la dirección de Amelia, que la atrapó en el aire. Bo se despertó y usó su cuerpo para protegerlas del golpe contra el suelo.
     ─ ¿Bo, estás bien? ─preguntó Amelia.
El gato no contestaba sino que observaba la trasformación que habían realizado con éxito Jantaro y Vladimir. Era un ser parcialmente rojo, con alas negras que emitían descargas eléctricas que le envolvían como un campo de fuerza. Su rostro era una curiosa simbiosis de los dos. Aunque sus ojos grises irradiaban miedo el resto era afable y humano. El Señor de los Shinigamis había llegado tarde y recibió una estocada rápida y precisa de Ilander en su hombro. Éste, se hecho hacia atrás asustado porque su defensa había fallado y un ataque de furia golpeó todo su cuerpo. Alzó las garras y empezó a invocar las almas que estaban prisioneras de los  humanos que sus más devotos seguidores habían reunido para él en las distintas realidades.
.............

Clarent y Rudyt se encontraban en las puertas del castillo luchando contra la guardia tal como Alasthor les había ordenado, De repente, uno de los torreones explotó y miles de almas blancas acudieron al centro del castillo, derritiendo la piedra para hacer un agujero para entrar. El espectáculo de poder hizo detenerse a Paris que ya estaba llegando con su ejército. Elian los vio y ordenó sabiamente a sus tropas la retirada. Clarent se negaba a moverse y abogaba por ir a ayudar a Alasthor, pero Rudyt le convenció al fin, de que su media hora había expirado hacía mucho tiempo y fueron a ocultarse en el bosque. Paris estaba demasiado atento y maravillado con lo que estaba viendo para dar ninguna orden de perseguirlos.
El techo se desplomó en la sala y las almas se introdujeron en el cuerpo del Señor de los Shinigamis. Irradiaba una luz blanca que derretía todo a su alrededor.
Bo cogió a las dos mujeres y se las llevó lejos de aquel horrible shinigami que había quebrantado la más básica ley de sus ancestros. La serpiente y el niño ya despiertos, fueron a su encuentro y las rodearon para protegerlas. Amelia se agachó en el suelo y recogió el bastón de Jantaro que  antes había caído  y se encontraba a pocos metros de ella. 
El Señor de los Shinigamis alzó una garra y las ondas producidas por su movimiento tiraron al suelo a la fusión de Vladimir y Jantaro.
     ─Sigues de una pieza. Eres fuerte, pero a mi lado sólo eres una débil cucaracha a la que voy a pisotear ─dijo mientras éste se levantaba del suelo con dificultad con el cuerpo  magullado.
Una voz se oyó en un lado apartado de la habitación.  Era Retir, que estaba encima de un doble pentagrama que había dibujado lentamente y con cuidado para que no notaran su presencia.
     ─ ¡Cuando quede preso de mi hechizo cortadle la cabeza! ─y empezó a recitar concentrando todo su poder.
     ─ ¡Faradar yo te ato por tu nombre a tu alma! ¡FARADAR POR LOS DIOSES ANCESTROS TE SELLO! ¡FARADAR TU NOMBRE ES MÍO Y CONTROLO TU ESPÍRITU! ­­─se oía repetir una y otra vez  por su boca. El Señor de los Shinigamis empezó a notar que perdía el control de su cuerpo.
     ─ ¡RATA, ALIMAÑA, ME HAS TRAICIONADO! ─gritaba poseído de rabia, aunque Retir continuaba sin detenerse.
La unión de los dos se concentró en dirigir todo su poder a Ilander. La espada brillaba de tal forma que Gatira y Amelia no podían fijar la mirada en ella. El Señor de los Shinigamis no se podía mover e intentaba con todas sus fuerzas liberarse del conjuro de Retir. La espada milenaria con un corte rápido decapitó al Shinigami que durante diez mil años había regido aquel mundo sin que nadie pudiera hacer nada. Su cuerpo se convulsionó y miles de almas escaparon de él, destrozandolo todo. El castillo se iba a derrumbar. Jantaro y Vladimir se  separaron casi sin fuerzas ya convertidos los dos en humanos. Amelia y Gatira corrieron hacia su correspondiente pareja mientras la tierra se quebraba a sus pies y todo a su alrededor se derrumbaba.
     ─Tenemos que salir de aquí ─dijo Vladimir a Gatira, que sacó el bastón que el señor de Larimar le había dado en su palacio tiempo atrás. Jantaro recibió el suyo de Amelia y los cuatro se miraron antes de desaparecer. Amelia echó un último vistazo y vio a Bo, supo al instante que estaría bien y que no la necesitaban para regresar a su dimensión. Una explosión atroz sacudió el castillo sin dejar rastro de el.

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